Meninas y meninos

Relato enviado por Patricia Andrés Sánchez para la convocatoria «Historias de la nueva normalidad».

(…) nosotros, los jóvenes, la generación que quiere expresar la vida de nuestro tiempo, ve despreciadas sus obras porque no se ajustan a unos cánones clásicos.
(…) Hay que valorar las fotografías con mensaje, las obras que nos llegan muy profundo, las instantáneas que detienen la vida, (…) y hay que expresar en ellas nuestro sentir, con valentía, libremente. Solo así podremos llegar, algún día, a crear una obra de arte, del arte de nuestro tiempo que es la fotografía.

J. Pérez Siquier

Este Noviembre de puentes, de cierres perimetrales, de toques de queda, he paseado algo por Madrid. Sí, un paseo más. Un lector notó que hay muchas caminatas en estas Historias de la nueva normalidad. Gracias por leernos.

También ha habido el Día Mundial de la Infancia por lo que me parece oportuno que este relato dominical lo protagonicen (pre)adolescentes. He visto a muchos de ellos fotografiarse con las meninas que están repartidas por el centro madrileño en lo que han llamado Meninas Madrid Gallery, Las Meninas del cuadro se exponen al aire libre. Son elementos decorativos urbanos y temporales. Los organizadores han sacado la menina velazqueña a la calle con los ingredientes adecuados para atraer: coloreadas de abajo a arriba, decoradas con mensajes que llegan a mucho público y sobre todo su silueta acampanada o… ¿no les recuerda más a un cencerro?

Los jóvenes de mi historia estaban representando una performance en la calle Serrano esquina con Juan Bravo.  Aprovechan la ubicación de la escultórica menina de resina blanca, con mascarilla reglamentaria, separada por dos calles de otra escultura de bronce, el pintor que la inmortalizó; consiguiendo un híbrido curioso por mezclar el par Velázquez-menina de nuestro siglo XVII con la también nuestra Nueva Normalidad, con resultados bastante aceptables. Hay coincidencias y conexiones que hacen que la imaginación vuele.

Me contaron que el comienzo de toda esta actuación montada en la calle era por el distanciamiento social que estamos viviendo. Ese era el sentido de lo representado; tenían las ideas bastante claras de lo que querían hacer. Con una menina y dos espejos querían conseguir el Efecto Droste, la imagen especular que se eterniza, una dentro de otra, sin un fin. Así simulaban las colas, con 2 m de separación, que hacemos/vemos en la calle. Una persona tras otra.

Lanzaban esta idea pero sin esperar una respuesta, sino que más bien conduce a otras preguntas en un proceso abierto e impredecible. No necesitan una audiencia para llevarlo a cabo, todo acontece mientras permanezca abierto el espacio expositivo, dando pie a experiencias temporales y espaciales dispares y difícilmente calculables.

Los performers han estudiado el cuadro de Velázquez, la pintura culta lo llaman ellos. Un homenaje al Pintor porque sí,  porque la genialidad hay que recordarla.

Tenía la escena un fondo de música trap con un papel importante,  por explicar la intención del pintor sevillano.

… Dime que no has visto princesa más bonita, Velaske
Yo te parezco guapa?
¿Pero por qué esta obsesión?
Señorita Margarita, yo solo cumplo ordene’
Pero escuche un secreto, yo la estoy pintando a uste’
Viste que en el cuadro se está pintando un cuadro
Pues en realidad yo la estoy pintado a uste’…

El retrato de la familia real, un cuadro dentro de otro, es archiconocido, se han escrito tesis doctorales de él. Yo sólo recalco el espejo, en la zona central, que fue la ocurrencia inteligente del pintor y el punto de partida para este juego dificultoso (de espejos) con el que experimenta el grupo de chavales.

Cuando empecé a escribir sobre todo ésto, me acordé de lo que se conoce como Mise en Abyme, caída en abismo. Nombre que dio el escritor francés André Gidé (en 1947 fue Nobel de Literatura) a un recurso narrativo donde se cuentan varias historias en el interior de otra considerada la principal, a la manera de las muñecas matrioskas, perfectamente encajables, una detrás de otra. Esto es lo que yo quiero extrapolar a la situación actual, sin extenderme mucho, con todos los relatos que se han publicado en la convocatoria Historias de la nueva normalidad; entiendo Nueva Normalidad como el relato principal, el gran contenedor que acoge a todos los que estamos participando con nuestras minihistorias para aportar visiones diferentes pero sin salirnos del tema, creando una historia dentro de otra. Si todos contásemos nuestra experiencia actual, posiciones plurales, se haría inacabable la continuarración, estaríamos creando nuestra propia mise en abyme.

Este escrito sí tiene un final y con lo que me quedo, por lo prometedor, es que si un grupo de jovencito/as se hacen fotos, directos en sus cuentas de Instagram, Twitter, compartiendo, con El Pintor del siglo XVII, mirando un cuadro de lectura complicada, es que las cosas no van por mal camino.