Por Marisa Gea. Relato seleccionado para el lunes, 25 de mayo de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Alex Bikfalvi en Flickr.

Con sus rosquillas listas y las tontas, con las de Santa Clara en la bandeja, celebramos, con un chotis, San Isidro en la pradera, cerca de la ermita del santo, como antaño.

Pero este año, sin verbena ni pañuelo blanco en la cabeza ni claveles reventones en la solapa de la chaqueta. Sin el mantón de manila de la abuela drapeado y con puntilla.

Este mayo contenido, cada cual en su terraza se ha marcado el baile que ha podido, recogido, nunca mejor dicho, en un metro cuadrado de plaqueta. Lustrosa y embellecida como pocas veces se han visto. Desinfectada de virus para que bailen a gusto los zapatos. Tan cómodos como se ha podido.

Adornada la baranda con bonitas flores de mayo que ilumina la cadera mientras uno se contonea en pareja o sin ella, según se pueda, pues nos va marcando el baile de este año, una dichosa pandemia… De cuyo nombre no quiero acordarme, como dice Don Miguel desde la plaza de España.