Por Jenifer García. Relato seleccionado para el sábado, 23 de mayo de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Piet van de Wiel en Pixabay.
Nuestra historia de amor comenzó hace años, cuando yo era una cría. Pero lo tuve claro desde el primer momento en que la vi. Era diciembre, y apareció ante mis ojos envuelta en una estola de luces de mil colores, que le hacía parecer el arcoíris más cálido sobre el que echarse a descansar. Olía a chocolate, y cada vez que la miraba encontraba un matiz nuevo en su piel. Esa noche deseé con todas mis fuerzas que durmiéramos juntos, pero era demasiado joven para pernoctar fuera, así que me despedí de ella prometiéndome que volvería para descubrir todos sus secretos.
No la vi de nuevo hasta un tiempo después, y la encontré muy cambiada. Madrid reía sin parar en dos mil idiomas, aunque mirando en sus alcantarillas pude ver que arrastraba tristezas por sus venas. Pero era resiliente, abrazaba a todo aquel que se acercara hasta ella para aliviar sus penas, sin importarle de qué tipo fueran. Por eso solo ella me enamora así, porque es consuelo en días color carbón, la mejor amiga con la que diluir los tragos envenenados que la vida nos sirve de vez en cuando, la que siempre estará, solo ella.