Del 6 al 10 de agosto de 2025, el Teatro de la Gran Vía de Madrid se llena de sabor popular y espíritu madrileño con la representación de La Revoltosa, una de las zarzuelas más queridas del repertorio español. Esta obra maestra de Ruperto Chapí, con libreto de José López Silva y Carlos Fernández Shaw, regresa con una producción que mantiene la esencia tradicional del género, pero que también busca acercarla a nuevos públicos a través de una interpretación viva, cercana y actual.
La historia de Mari Pepa, joven carismática y decidida que revoluciona a todo un barrio con su sola presencia, sigue tan fresca como cuando se estrenó en 1897. La puesta en escena aprovecha el encanto del libreto para pintar, con música y humor, una estampa del Madrid más auténtico. Durante cinco funciones, el patio de vecinos cobra vida sobre el escenario, y lo hace con una fuerza teatral que traspasa generaciones.

Un enredo amoroso en clave de comedia
La trama de La Revoltosa se desarrolla en un clásico patio de vecindad madrileño, ese microcosmos lleno de cotilleos, amores cruzados y envidias cotidianas. Allí, Mari Pepa, hermosa y segura de sí misma, despierta el interés de todos los hombres y el recelo de las mujeres, mientras Felipe, su verdadero enamorado, lucha con su orgullo y sus celos.
El texto mezcla a la perfección el enredo sentimental con el costumbrismo castizo, dando lugar a una comedia con fondo emocional, donde los personajes evolucionan y se enfrentan a sus propios prejuicios. La naturalidad con la que se plantean los conflictos hace que el público se sienta parte de esa comunidad y se reconozca en muchas de sus dinámicas.
Una partitura viva y conmovedora
La música de Chapí es uno de los grandes valores de esta zarzuela. Desde su preludio orquestal —considerado una joya dentro del repertorio— hasta los dúos y romanzas más delicados, cada compás refleja la sensibilidad y el talento del compositor para combinar lo lírico y lo popular con enorme naturalidad.
Esta producción del Teatro de la Gran Vía respeta la partitura original, pero la interpreta con un aire renovado que permite apreciar todos sus matices. La orquesta, en vivo, acompaña a los cantantes con precisión y emoción, subrayando los cambios de tono de la historia. La música no adorna: es la verdadera columna vertebral del espectáculo.
Escenografía costumbrista con mirada contemporánea
El diseño escénico recrea el ambiente del Madrid popular sin caer en el tópico, combinando elementos tradicionales con una estética depurada que deja espacio para que los actores y la música respiren. El patio de vecinos está lleno de detalles, pero no resulta recargado, y permite que la acción fluya con naturalidad.
El vestuario, fiel a la época pero trabajado con estilo, refuerza el carácter de los personajes. La iluminación, por su parte, juega un papel importante para modular el ambiente entre el bullicio diurno del vecindario y los momentos más íntimos de confesión o conflicto. Todo contribuye a que la zarzuela se perciba como un arte vivo, no como una postal congelada en el tiempo.
Intérpretes con carisma y entrega
El reparto de esta Revoltosa está formado por cantantes y actores de sólida trayectoria en el género lírico, que entienden la zarzuela no solo como canto, sino también como teatro. La actriz que encarna a Mari Pepa ofrece una interpretación chispeante y cercana, capturando tanto el lado pícaro como el tierno del personaje.
El Felipe de esta versión destaca por su contención emocional, que se va deshaciendo poco a poco a lo largo de la obra, hasta desvelar una vulnerabilidad muy bien trabajada. Los secundarios, todos con fuerte presencia escénica, aportan ritmo, humor y una notable calidad vocal al conjunto. El equilibrio entre lo coral y lo individual está perfectamente conseguido.
Una zarzuela para redescubrir y disfrutar
La Revoltosa se presenta como una oportunidad perfecta para acercarse a la zarzuela, tanto para quienes la conocen bien como para quienes nunca han asistido a una función. Su mezcla de música pegadiza, humor madrileño y personajes cercanos la convierten en una de las piezas más accesibles del género.
Con una duración ajustada, una historia clara y momentos memorables tanto musicales como teatrales, esta producción en el Teatro de la Gran Vía demuestra que la zarzuela puede seguir viva en pleno siglo XXI. Una propuesta ideal para disfrutar del verano cultural en Madrid, en compañía de una obra que no ha perdido ni un ápice de su capacidad de emocionar y entretener.