La obra Que Dios nos pille confesados, protagonizada y dirigida por Josema Yuste, se podrá ver en el Teatro Muñoz Seca de Madrid hasta el 20 de diciembre de 2025. Se trata de una comedia de enredos donde un valioso cuadro del siglo XVII, un sacerdote con sospechas, un fontanero chapucero y un inspector demasiado serio se cruzan en una trama que no deja espacio para el aburrimiento.
Desde el primer momento, el público intuye que la risa será protagonista absoluta. La obra combina situaciones absurdas, personajes disparatados y el típico “todo va a salir mal” que se convierte aquí en fórmula de diversión. Las carcajadas están garantizadas, y el escenario se convierte en un campo de juego de malentendidos y disparates.
Un argumento que mezcla suspense y humor
En la trama, el padre Beltrán acude a la mansión de la marquesa Pilar para bendecir un cuadro de incalculable valor que ella posee. Mientras tanto, un inspector cree que todo está bajo control… hasta que el sacerdote empieza a sospechar que el fontanero Floren podría estar planeando un robo. Y claro: cuando los robos se planean, los atracos se desenredan, y los errores se multiplican.
Lo que podría ser una comedia ligera se convierte en un espectáculo de situaciones imposibles y entretenidas, donde los personajes se enfrentan a sus propios engaños, a la tentación, y al hecho de que… ¡mejor que Dios los pille confesados! Cada giro lleva al siguiente, cada puerta cerrada termina abriéndose, cada personaje oculta algo… y el público lo disfruta.
La interpretación y el sello de Josema Yuste
Josema Yuste asume doble rol: actor protagonista y director de la obra. Su presencia escénica da alma al padre Beltrán, un personaje que mezcla solemnidad, astucia y comicidad. Bajo su dirección, el ritmo de la función se mantiene vivo, la comicidad fluye, los tiempos se miden pero también se ríen.
El reparto acompaña con solvencia y entrega: desde la marquesa hasta el fontanero o el inspector, cada intérprete aporta su chispa al conjunto. Esa materia prima, junto a la mirada del director, convierte la obra en una pieza compacta de humor efectivo, ideal para una salida al teatro sin complicaciones, pero con mucha diversión.
Una propuesta ideal para una tarde divertida
Esta obra es perfecta para quienes buscan una experiencia ligera, entretenida y bien ejecutada. No es necesario dominar nada del teatro clásico ni esperar grandes debates al salir: la clave está en dejarse llevar por el ritmo, la trama y las risas. Para ir en pareja, con amigos o incluso solo, supone una apuesta segura para disfrutar.
Al mismo tiempo, para quienes ya conocen el trabajo de Josema Yuste o les gusta el teatro de comedia de enredo bien hecho, “Qué Dios nos pille confesados” representa un plan atractivo. Porque reúne un buen elenco, una dirección solvente y una historia que avanza sin pausa hacia el caos divertido.
Consejos para entrar en el juego y disfrutar mejor
Llega con tiempo, acomódate, observa el ambiente del teatro y permite que la expectación se instale antes de que baje el telón. Una vez que comience la función, relájate: presta atención a los detalles de la escenografía, los movimientos de los personajes, las entradas y salidas… Todo forma parte del engranaje.
Durante la obra, ríe sin moderación. Al final, tomate un momento para comentar lo visto: seguramente los momentos más divertidos surgieron de la espontaneidad y la complicidad de la sala. Esa sensación de “esto sí lo esperaba” o “no me esperaba eso” es lo que hace de esa función algo memorable.
Una cita teatral que no deberías dejar pasar
Que la obra esté en cartel hasta el 20 de diciembre de 2025 le da un valor añadido: es una oportunidad para acercarse al teatro en esta época del año, con ganas de reír y compartir. Verla puede ser una forma de cerrar el año con buen humor, de regalarse una pausa divertida.
Así que, si estás por Madrid, buscas salir del cine o simplemente quieres una noche de teatro agradable, esta comedia es una opción excelente. No promete cambiarte la vida, pero sí garantiza un buen rato, y a veces eso es justo lo que hace falta
Sol