Relato enviado por Diego Manuel Béjar para la convocatoria «Historias de la nueva normalidad». Fotografía de Carabo Spain en Pixabay.
28 de junio de 2020. Cuatro amigos conversan animadamente en una terraza del centro de Madrid, entre risas y miradas cómplices, después de tres meses sin verse en persona.
—Bueno… al final el Orgullo es lo que cada uno quiere que sea, ¿no? —lanza Sebas justo después de pegar un buen trago a su botellín de cerveza.
—Será lo que tú quieras… pero no es lo mismo. ¡Sin la manifestación no es lo mismo! —replica Miguel con cierto tono de amargura y frustración.
—Pero si a ti lo que menos te importaba era la manifestación. ¡Que tú a lo que ibas era a despelotarte y montar el número! —reprocha Dani haciendo que todas las miradas se dirijan a Miguel.
—¿Y qué? ¿No habéis dicho que el Orgullo es lo que cada uno quiere que sea? ¡Pues Orgullo de cuerpo! —se defiende Miguel con aire altivo.
—¿Pero qué cuerpo, maricón? —interrumpe Sebas despertando las risas de sus amigos—. ¡Si con la cuarentena te has vuelto esférica! Bueno, la cuarentena y los cuarenta y tantos, que ya no somos niños.
—No me hables en femenino, que te araño —asevera Miguel, cada vez más molesto—. Que soy muy masculino.
—Más-culona, querrás decir. Con los asteriodes que te pinchas… —añade entre risas Javier, el más joven del grupo.
— Javier, bonito, se dice esteroides. Pero que haya paz —intenta tranquilizar Sebas sin soltar la cerveza—. Que hay que celebrar que hoy es el día del Orgullo.
—Pues yo sigo sin ver nada que celebrar —dice Miguel aún molesto por las bromas a su costa—. ¿Orgullo de qué? Ni orgullo de la gorda esta, ni orgullo de ser gay, ni orgullo de nada. ¿Acaso he elegido algo de esto?
—Es que el Orgullo no va de reafirmar lo que se es, sino de celebrar la resiliencia a pesar de las circunstancias —explica Sebas.
—Ya está con la resiliencia otra vez —bromea Dani, a quien le parece molestar que Sebas utilice a diario la misma palabra.
—Pues sí. Resiliencia —continua Sebas—. Resiliencia a pesar de la homofobia. Porque el Orgullo es una victoria frente a la adversidad. Yo estoy orgulloso de ser gay. Pero no por el mero hecho de serlo, sino porque no he dejado de ser yo mismo a pesar de los trabajos en los que me rechazaron por serlo, a pesar de aquellos que creí amigos y me dieron de lado cuando se enteraron, a pesar de las pintadas, a pesar de los que nos llaman enfermos… Porque a pesar de tantas experiencias negativas que hemos vivido, seguimos siendo nosotros mismos. —Ante la atenta mirada de sus amigos, Sebas hace una pausa que parece ensayada, pero en realidad está hilando un pensamiento fugaz que no duda en compartir—. Es más, levanto mi birra y os anuncio que, ya puestos, hoy me siento doblemente orgulloso. Porque teniendo en cuenta los tiempos que vivimos, también deberíamos estar orgullosos de ser de Madrid.
—¿Pero qué tiene que ver Madrid con el Orgullo? —pregunta curioso Javier.
—¡Mucho! —responde Sebas con toda la seguridad del mundo, sonriéndose porque acaba de completar en su cabeza esa idea que quiere exponer—. Porque estoy orgulloso de poder decir que soy de esta ciudad que acoge a gente de tantas culturas distintas. Estoy orgulloso de ser de esta ciudad que ha resistido invasiones, ataques terroristas, crisis económicas y ahora el maldito coronavirus. Estoy orgulloso de ser madrileño porque admiro cómo los madrileños hemos sobrevivido a esto a pesar de que seguramente se podría haber hecho mejor. Estoy orgulloso porque a pesar de todo lo malo, incluso con la amenaza de un rebrote, aquí estamos… con mascarillas, manteniendo las distancias, pero juntos y sin permitir que las adversidades afecten a lo que somos ni cómo somos. Celebrando nuestro Orgullo, que no es más que nuestra capacidad de supervivencia. Y desde ese punto de vista, hoy es un gran día para celebrar mi orgullo como gay, como madrileño… ¡y como español!
Los amigos se miran al tiempo que asimilan esa idea de Orgullo como celebración de la resiliencia, cuando intentando dar un aire más dramático a su idea Sebas se pone en pie alzando nuevamente su cerveza y exclama:
—Yo estoy orgulloso de mi vecino que ayuda con la compra a los ancianos del edificio para que no tengan que salir.
—Yo estoy orgulloso de la mamá de Dani —añade Miguel al tiempo que se levanta—, que se puso a hacer mascarillas de tela como si no hubiera un mañana, y que ahora amenaza con sacar colección de verano.
—Yo estoy orgulloso de quienes donamos nuestra mascarilla de la Comunidad en el centro de salud cuando escaseaban tanto —continua Javier levantándose de la silla.
—Yo estoy orgulloso de mis compañeros de curro que se pusieron a fabricar protectores con las impresoras 3D del laboratorio —suma Dani, poniéndose también en pie como el resto de sus amigos.
—Yo estoy orgulloso de todos los sanitarios, que no dudaron en poner en riesgo sus vidas —continúa Miguel, despertando un gesto de asentimiento en sus amigos.
—¿Veis? —concluye Sebas—. Tenemos razones de sobra para estar tan orgullosos de ser gais como de ser madrileños… Y yo, además, estoy orgulloso de mis amigos.
Emocionados, los cuatro amigos brindan, una vez más, para celebrar ese sentimiento de Orgullo frente a la adversidad, ese Orgullo que une y celebra. Aunque no puedan abrazarse por ser tiempos de distanciamiento social, saben que antes o después llegará el momento… tal vez en el próximo Orgullo.