Por Raquel Castilla. Relato seleccionado para el lunes, 18 de mayo de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Igor Romero en Flickr.
La Complutense se quita su manto de seriedad académica para disfrazarse de fiesta porque empiezan las vacaciones navideñas. La facultad es un hervidero de estudiantes que se abrazan, ríen, se despiden y desafinan acordes en guitarras de segunda mano. Me apresuro a salir, me esperan en Callao.
En la puerta, me envuelve un villancico. Es como algo que desentona en el ambiente porque está ejecutado a la perfección y me llega envuelto en el aire de una gaita. Me detengo y mientras el gaitero me regala su sonrisa, me siento atrapada en ese momento para siempre. En primavera me licencio pero sé que cada Navidad esa gaita de juventud volverá a mi recuerdo.
Han pasado veinte años desde que aquel día gritáramos “Chenchooooo” entre bocado y bocado de un bocata de calamares y nos desgañitáramos entonando “Cortylandia” antes de que cada uno volviera a su casa por Navidad y abandonara los brazos de Madrid, esa madre que cuida y castiga por igual a sus hijos naturales y adoptivos.
Veinte años después algunos son hoy amigos eternos, a otros no los volví a ver pasada la primavera pero cada Navidad, puntual a su cita, regresa el recuerdo lejano de una gaita.