BLAST: Una explosión en escena

Se buscan actores y actrices diversxs para proyecto performance. 9 horas de ensayos. Salario bajo. Compartirán el reto en una coreografiada investigación plástica abierta en escena. Altas probabilidades de éxito. Los aspirantes con disposición se personarán en el Teatro María Guerrero. Referencia: TEATRO EN VILO

Este anuncio se encontraron los estudiantes de interpretación de texto y gesto de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático). Los seleccionados se han internado en la nueva creación de dos directoras de escena con mayor solvencia en el panorama teatral actual. Son observadoras con criterio de cómo percibir el mundo de hoy; proyectan una realidad con humor y espectáculo, medios que nos seducen como espectadores.

Con su reto se siguen tres líneas: la creación como eje central, ganas de experimentar acercando miradas y una voluntad de abrirse a un público variado.

Escribir sobre BLAST también es un reto para mí por ser una propuesta novedosa, al signo de nuestro tiempo, que tiene que tener su difusión.

Intento hacer un análisis de la sicología que emplean las autoras para encontrar un lenguaje formal con el que expresarse y para que el espectador, por su parte, reciba y procese esa información. Esta obra propone un nuevo acercamiento contemporáneo a la sociedad, en la que todos los públicos, todos los cuerpos y todas las voces participen.

BIENVENIDOS LGTBIQfriendlies, TRAVESTIS, MARICAS, BOLLERAS, CHIQUES y CIS HETEROS.

Así comienza la función, con un narrador que prácticamente no desaparece de escena. Ilustra una historia construida con un elenco artístico que partiendo de unos elementos básicos, sus propias biografías, los acompañamos con la escucha y la mirada durante dos horas.

Los protagonistas son 7 personajes jóvenes, Alex, Nadal, Julia, Conchi, Saúl, Alejandra e Iván metidos en una estructura narrativa de escenas, donde dialogan entre ellos, con el público y representan números musicales, para proponernos cómo se pueden cambiar cosas desde un escenario, perfectamente conscientes de que no es tarea fácil. Cada intérprete presenta su realidad con un matiz particular que le permite desmarcarse del resto. No existe una identidad total sino el paisaje diferente de las identidades personales. Suben al escenario sus vivencias con toda la crudeza de las violencias económicas, estructurales, culturales que han tenido.      

BLAST, espectáculo basado más en el texto que en el gesto aunque hay bastante movimiento de actores y actrices que emplean el baile, la música como códigos formales. La dramaturgia que aparece no es solo con palabras; con canciones y danza también se genera la tensión creativa, con sus exigencias para la visión del tiempo y del espacio.

Los personajes se desenvuelven en una escenografía sin mucho relumbre: sencillas paredes blancas con cinco puertas y un par de escaleras que les ayudan al movimiento escénico. Están asistidos por el equipo técnico, metido desde el principio en el proceso de creación, acompañando en los ensayos y mientras se hace la representación: iluminación, sonido, distintos efectos de utilería, y el vestuario, con peluquería y maquillaje  que define a cada uno de los personajes.

BLAST, acción performativa que nace de la premisa de la diversidad sexual, se transforma en una acción realista que nos va a pedir que nos quitemos nuestras gafas de todos los días para tener un panorama del mundo en toda su complejidad integrando múltiples perspectivas. La función se puede considerar un híbrido cultural y artístico de nuestra actualidad, recordando el discurso The world is White no longer (and it will never be white again), siguiendo el ensayo del escritor James Baldwin; incluyendo género no binario, la revolución femenina llamada a salvar el mundo, la feminidad de la mujer lesbiana, la juventud vegetal que sigue las 5R (Rechazar, Reparar, Reducir, Reutilizar, Reciclar) pero está harta de las pajitas de bambú, dolidos por no tener ni tiempo ni dinero para ser ciudadanos, ni siquiera para leer. Con el hartazgo de esta imposición de estructura de subsistencia cada día más generalizada y que además parezca la única realidad posible, BLAST es una reacción contra la deriva, reivindica la decisión urgente. Nos hace percibir una tensión corporal extenuante, como volcanes, con energía, expresivos, divertidos. Sudando la camiseta.

En lo que podemos considerar una segunda parte (segundo acto en términos teatrales), las escenas van transcurriendo y se van dando cuenta de que no todo es tan bonito. Piden perdón porque no van a cambiar el mundo desde el escenario. Pero ya hay un variadito de propuestas mandadas en la primera parte.

Envían otra pregunta, ¿podemos cambiar nuestra forma de vida sin cambiar las tradiciones? Que se plantee en un teatro de tanta solera como el María Guerrero, donde el público no es de lo más alternativo ni outsider, puede tener más impacto y por eso puede visibilizarse más. Y darnos cuenta que se abren las puertas para el relevo generacional. Y por eso el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y Música) les ha dejado este teatro institucional para desarrollar su crítica. Y recíprocamente, en agradecimiento por parte de las directoras, pienso que para honrarlo, hacen una pequeña representación de un clásico, con utilería y vestuario, DON JUAN; un Tenorio homosexual, hombre/mujer con diversidad funcional, que vive el amor sobre la razón, el amor imposible y el amor con arrepentimiento.

Otra manera de originar sinergias es rompiendo la cuarta pared, ese límite imaginario que separa la escena del espectador, porque establecen una relación directa con el público al que van  lanzando preguntas: quién tiene dos trabajos para llegar fin de mes, quién no hace regalos en navidad, quién tiene una casa en propiedad, quién no va a heredar, quién tiene tiempo para pasear, quién no pone el despertador por la mañana, quién no asiste a un espectáculo por no llegar a fin de mes (la solución que ofrecen para esto último causó bastante revuelo en la platea). Así, la intimidad del escenario desaparece, al hacer una parte de exhibición activa donde dialogan el espectador y los personajes. Es la línea de las autoras el interpelar al público. Modernas en un teatro clásico e institución.

Yo también me hago unas preguntas finales, ¿he asistido a una función de teatro? ¿una performance? ¿Ficción o realidad? ¿El Orden Natural de las cosas ha cambiado tanto?

Lo voy a dejar como que he asistido a una  representación artística, como hecho estético y como hecho político; a modo de un collage con distintos personajes, cada uno con su parlamento, que establecen un extenso diapasón temático abarcando las problemáticas del mundo actual. En el lenguaje que quieren para describir la épica de su propuesta artística: cuerpo, espacio y acción son los referentes con los que se construye BLAST.

Hay opiniones para todos, con estas nuevas perspectivas de concepto y de realización. La realidad ya es conocida; realidad cada vez con más visibilidad porque salió de debajo de la alfombra y ahora se habla en un teatro, que respalda a una amplia gama de autores de una manera horizontal, que se rebela contra el conservadurismo. Mismamente los acompañantes que tengo a cada lado, un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer y una niña en el cuerpo de un hombre de casi dos metros, no paran de dar botes y de aplaudir.

Una buena propuesta cuyos resultados deben analizarse no solo el día después del estreno. Más allá de las críticas de público y prensa, de lo ajustada/caótica que pueda resultar la puesta en escena, está sobre el tapete una idea de la evolución por la lógica generacional y apertura de la tradición a todas luces saludable. Y, para muchos, urge.

Me encontré esta imagen mientras redactaba BLAST. Veo dos caminos:

EL PRIMERO, abrir, atravesar, y expandir.

EL SEGUNDO, «Si no puedo hacerlo a través de una puerta, voy a ir a través de otra puerta, o voy a hacer una puerta nueva» (R. TAGORE).