Pulidos talentos

Este domingo presento Trapillos y Amor y Vidrio. Me han salido dos cuentos que tienen como común denominador el diseño que está expuesto hasta el 9 de Abril en la llamada Madrid Design Festival 2023.

Las exposiciones de diseño me parecen un gabinete de curiosidades. Hay de todo. Algunas trasladan al publico por un recorrido estilistico y precioso que dan ganas de llevárselo a casa. En otras muestran diseños tan desafiantes que adviertes cierta sensación de ciencia ficción o que se han pasado de frenadaartefactos y armatostes que miras y vuelves a mirarlos. Otros diseños son poderosos por solucionar problemas y expresar ideas. Algunos diseños son piezas de arte. Sacadas de contexto, son piezas de coleccionista di per sé. Su sitio está en un museo. Diseños maravillosos y diseños que están muy bien. Diseños que no siempre tienen como salida la venta incluso dan la impresión que ni la buscan.

Y a sus diseñadores siempre los he visto como esponjas de necesidades, con esa visión y curiosidad algo lúdica, que los tienen en constante búsqueda. Ahora se pueden ver en Madrid exposiciones de Diseño repartidas por El Centro Fernán Gómez, en La Institución Libre de la Enseñanza, en El Museo de Artes Decorativas mostrando las distintas líneas de trabajo que hay en el mobiliario, la moda, la ilustración, el material médico; todo lo que he visto se adentra en muchos terrenos en España y en otros países. Se subraya mucho la prioridad, sostenibilidad, baja contaminación, diseño participativo, comercio justo para fortalecer el sector artesanal –es cierto que mucha artersanía se hace a máquinas y es menos romántico–. En resumen, se van encontrando soluciones a preocupaciones globales con estos objetos primerizos que tímidamente (o algunos no) se colarán en nuestros hogares, de inmediato o dentro de unos años. 

Amor y vidrio

Farnsworth House by Mies Van Der Rohe. Foto: Victor Griggas en Wikimedia

La perfección no se logra cuando
no hay nada más que añadir sino cuando
no hay nada más que quitar

He elegido esta casa, de las más famosas en la historia de la arquitectura, por ser de esos diseños que están tocados por una magia que no sabemos de dónde viene, que sigue fascinando y se sigue copiando una y otra vez.

La casa Farnsworth lleva el buen maridaje de dos personas que deciden juntarse para una convivencia artística y sentimental. Con sus promotores propongo un viaje a la Dolce Vita que tuvo un comienzo maravilloso, una complicidad en ese nidito de amor situado en un entorno de ensueño que hicieron posible.

La casa tiene nombre de mujer, Farnsworth, Edith, de la que destaco dos cosas: el mucho empeño que puso en construirla y la confianza que depositó en el arquitecto contratado, Mies Van der Rohe.

La historia fabulada que viene a continuación recorre una no biografía de Edith Farnsworth. He querido trascender esta historia personal para mi conveniencia destacando las bondades del vidrio, material que adoro –por su filo, su coquetería, su magia y su fragilidad– y al que Naciones Unidas le dedicó su año internacional en el 2022; y aprovecharé para insertar las potentes metáforas que se han hecho con el cristal para explicar la situación laboral de las mujeres.

De esta manera comienzo:

En el elitista North Side de Chicago vivía Edith Farnsworth. Desde la ventana de su habitación se veían los grandiosos lago Michigan y  Parque Lincoln. Este contacto visual con tanta agua y árboles hizo que llevara el azul y verde grabado en la retina. Y le quedó de por vida, ese querer rodearse de belleza natural.

De familia adinerada que le permitió dedicarse a su carrera de medico nefróloga. Y de la que empezó a inquietarse cuando veía que su ascenso a jefa de hospital no llegaba. Muchas promesas pero no llegaba ese día. El glass border (techo de cristal) no tenía nombre pero sí estaba presente. Harta de tantas trabas profesionales decidió  apartarse de todo. Era 1945 y tenían que cambiar unas cuantas cosas.

Segura de sí misma y disfrutona de la vida, la mejor idea fue irse de la ventosa y fría ciudad. Tenía pensado cómo vivir a partir de ahora, rodeada de bosque y agua; además coincidía que las praderas del Medio Oeste americano estaban plagándose de casas para ricos con lo que no fue difícil contratar al arquitecto de moda en los Estados Unidos, Mies Van der Rohe (muy requerido para construir rascacielos en el centro de Chicago con sus características ventanas, las Chicago Windows).

Ella le eligió entre Le Corbusier y Frank Lloyd Wright para un sueño de cristal. Fue muy osada con esa idea, no estaba nada claro que saliera adelante por resultar muy marciana, muy arriesgada pero a la vez muy interesante de hacer. Edith tenía mucha confianza en sí misma, además era intuitiva y autodidáctica en el diseño.

En la inauguración de Farnsworth vinieron arquitectos de todo el mundo mezclándose con la alta sociedad de Chicago; a todos los imagino tomando cócteles del mueble aparador leve mon verre que era como tener el bosque dentro de la casa por el contraste de vetas de distintas maderas americanas en su armadura: el roble rojo, arce, cerezo y tulipwood (la conciencia del daño ambiental no estaba vigente). Los muebles son tema de conversación también, como el escritorio daisy, multifuncional, sobre el que se había trabajado tanto. Con este festín de diseño con transparencias contrastando con la opacidad de la madera se alababa la vivienda.

Voy a seguir fabulando con unas notas personales de Edith, rememorando con el tono apropiado lo que significó la aparición de aquella casa. Resaltaba la envidia. Eran tiempos de impulso arquitectónico, de muchos arquitectos de renombre con ideas novedosas que llevaron mal que esa vivienda fuera posible. No aceptaban el éxito final. Lo que no se veía, años después fue saliendo, es que mientras se levantaba la casa toda la publicidad que conllevaba recalcaba una y otra vez que una mujer había hecho posible este sueño, incluso por delante del arquitecto. Estaba pensado así, no para destacarla sino porque si salía mal, si se paraba en algún momento el proyecto, la culpa recaía en ella. De aquí sale otra metáfora muy actual, el acantilado/precipicio de cristal, que es poner en la primera línea a una mujer; así si hay fracaso, la casa en este caso, lo que era muy factible, lo digo de manera clara, se volvía con el rabo entre las piernas. Y se pensaba que iba a ser un fracaso. Nadie creía en ello. Arquitectos colegas y amigos hablaban con Mies, le plasmaron una realidad palmaria de fallos como el excesivo torrente de luz que atraería insectos por la noche, la falta de intimidad, el desbordamiento del cercano río Fox, pero… como es una mujer la impulsora, la que encabeza los titulares, pues si hay chasco, se le achaca  a ella.

Mies Van der Rohe siguió adelante. Estaba en un momento vital en el que todo es posible. La seducción de ese entorno natural donde podía oler, tocar, pasear, sentarse, moverse con la mujer que confiaba plenamente en él le animaba. En esas veladas su forma de comunicación era mirarse y sonreírse. Solo apto para filósofos. Entraron en un estado anímico que experimentan las personas cuando están completamente involucradas en algo hasta el extremo de olvidarse del tiempo, la fatiga y todo lo demás, excepto de la actividad en sí misma. Se es tan feliz que la concentración aumenta, la creatividad se dispara y te sientes muy bien. Es bienestar. Puede parecer una obsesión a la que hay que dedicarle mucha energía, que no existe nada más, pero es todo lo contrario. Las personas que saben encontrar este estado de flujo, tiene el control total de su vida y, por tanto, es dichoso.

Voy avanzando en la narración. Edith comparte sus notas con nosotros y toma aire. Quiere pensar cómo va a retratar al genio desde otras aristas, una reflexión vivida acerca del artista y sus demonios, sus desencuentros con la realidad objetiva, el riesgo, su debate sobre la amenaza de la arquitectura moderna para darse cuenta que entre lo que él proyectó y lo que se realizó no hubo mucha distancia; el mito pasó por encima de ese lugar y no ha dejado trauma (ese antropocentrismo en relación a la devastación y explotación de la naturaleza no se contemplaba); se pregunta, ¿manipuló el espacio para ponerse por encima de todo? ¿y a mí?

Con un punto de resentimiento termina Edith su relato. Su historia de amor acabó en los tribunales por el monto de la factura final. Ella accedió a todas sus pretensiones económicas sin darse cuenta de lo que la venía encima, una petición de dinero desmesurada. El caso se resolvió unos años después, se le dio la razón a Mies y cobró sus honorarios. Edith siguió viviendo en la casa por veinte años más. Nunca hubo reconciliación, ni ningún intento de empezar de nuevo, de soñar en volver a Farnsworth y seguir juntos.

Todo lo contado es mucho más que una historia de pasión creadora. Habla de la ambición del ser humano; dos imaginativos que empezaron juntos en este proyecto, con mucha luz, que se dieron confianza y oportunidades a sí mismos y que al final se hirieron.

Exposiciones muy a tener en cuenta:

  • En el MAVA (Museo Arte en Vidrio de Alcorcón), 25 aniversario en 2022;  te explican que vidrio y cristal no es lo mismo. (su composición química es diferente).
  • La exposición El Cristal es mi piel se puede ver hasta el próximo 9 de abril 2023 en EL Palacio de Cristal (El Retiro).
  • La Bienal Iberoamericana de Diseño, su octava edición, ha llegado al Museo de Artes Decorativas. Prorrogada hasta el 7 de Mayo.
  • Leve mon verre, Daisy son dos muebles que vi en el Centro Fernán Gómez. Diseño actual que he incorporado en mi relato.

Mi siguiente cuento no es demasiado hondo desde el punto de vista literario pero a dónde quiero llegar es que no está todo inventado, que hay todavía formas y materiales a descubrir, que se buscan diseños con un pie en la tierra porque es cosa necesaria que nuestro mundo va a necesitar para transitar por el siglo XXI. Para ello utilizo la moda como un vehículo con que mostrar el interés por exhibir ropa diseñada para un mundo ad hoc en que  lucirla.

Trapillos

Chicago. Foto: Jürgen Polle en Pixabay

Me voy a quedar en Chicago porque me apetece. Me fijo en una pareja de turistas. Él eligió algo del armario que no fallaba, un polo de piqué que desprende endorfinas, beneficiando el humor y al bienestar personal; encima se pondría la cazadora con módulo fotovoltaico flexible y desmontable, que convierte la luz del sol en electricidad y la almacena en una batería que lleva en el bolsillo interior derecha. Los pantalones chinos son muy cómodos para grandes caminatas, además protegen de desgarros musculares, expulsa el sudor al exterior del cuerpo y mantiene el músculo a temperatura constante y puede despreocuparse de que se arruge, porque la tela de algodón tratada con un derivado de la madera  y cocida al horno le da esa seguridad.

Al lado camina su pareja, con una sedosa falda pantalón de Tencel, transpirable y con movilidad de raso, unas medias de ultrarresistente Lycra 3D que liberan pequeñas dosis de vitamina A sobre la piel, una camisa hecha con hilos de carbono diez veces más finos que un cabello humano, que le protege de las radiaciones de cualquier tipo.

El día amenaza con llover y ella se decide por una gabardina hecha con botellas de agua reciclada y sombrero a juego que mide su actividad cerebral y está fabricado en material renovable como el ácido poliláctico (PLA); el sombrero va unido a sus periféricos como guantes y botas… CONTINUARÁ.

Texto corto para meterme en el sector de la moda donde se crean prendas en un contexto de sostenibilidad. La narración que se presenta tiene un tono optimista que excluye la intervención de los bomberos en caso de problemas o urgencias.

Mi aportación:

He buscado información en recortes de prensa que he ido guardando durante años. Mi principal interés ha sido tratar esta ropa especial con la misma proximidad y sinceridad con que abordo el resto de temas que documento. En el ámbito de la moda, tan dado a la fantasía y la sofisticación, he situado a los modelos en la calle, con naturalidad, sin buscar escenarios fastuosos o extravagantes y captar la esencia de un tiempo venidero”