A quién le importa

No necesitas mucha más excusa que querer reír, cantar, bailar todo lo que se pueda sentado en una butaca o pasarlo bien el fin de semana, para visitar el espectáculo del que vengo a hablaros a continuación.

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La música amansa las fieras, eso lo sabemos bien, pero discrepo un poquito ante ese dicho popular… Si a las fieras en concreto, lo que les pones, son los temazos más sonados de los 80, los 90 y los 2000… a lo mejor lo que hacen es bailar hasta el amanecer. Eso es lo que sucedió el domingo que acudimos a visitar el musical que lleva 3 temporadas en el Teatro Arlequín, en plena Gran Vía de Madrid: A quién le importa es un show en el que innumerables canciones hilan y casan a la perfección con la historia de los protagonistas, formando parte del propio guión del espectáculo, aderezado con buenas dosis de humor y de locura. 

A quién le importa. Foto: Mikel Masa

El Friki, el Pupas y Puri vuelven a reunirse para retomar su banda y volver a darlo todo sobre los escenarios, pero están buscando un nuevo integrante de su grupo… ¡Y podría ser cualquiera! Ya que antes de iniciar la función, es el propio público el que tiene la oportunidad de ser el intérprete en lugar del espectador. Se desarrolla un casting en el que todos son bienvenidos a participar: se puede cantar, tocar un instrumento… cualquier talento es bienvenido. Pues de dicha selección, la elegida al final será Rizos, una polémica compañera que, lejos de serlo del todo, acaba metiendo a los pobres chavales en un buen lío. Una banda bastante peculiar con Rizos como batería, en la guitarra y el bajo el Friki y el Pupas y como vocal Puri. Serán ellos, sus anécdotas, historias de amor y aventuras las que nos harán que no paremos de reír.

A quién le importa. Foto: Mikel Masa

Teatro interactivo con el que disfrutar de un buen rato, desinhibido y con la sensación de estar en un concierto de esos en los que arrasas y das hasta tu último aliento. Con grandes voces sobre el escenario, coreografías sencillas a las que todo el mundo se puede sumar, minutos y minutos de canciones de sobra más que conocidas y chistes y comedia de humor fácil, los ingredientes para el éxito están más que asegurados. A la salida, sólo veíamos sonrisas, estribillos que se repetían por los pasillos y a los asistentes comentando la jugada con gran satisfacción y con la sensación de salir de allí con ganas de más y las pilas cargadas a rebosar.

A quién le importa. Foto: Mikel Masa

Quiero destacar que, entre tanto buen rollo, humor y alegría, me llevo un buen mensaje del musical, ya que se trata tanto el poliamor como la homosexualidad con una naturalidad, que al finalizar es algo que pasa inadvertido de lo bien empastado que está. Así debería ser siempre, así tendría que ser, normal, natural y no algo a destacar por ser diferente a lo establecido eternamente. Simplemente así y sencillamente desternillante.


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