Y… Lo que el viento se llevó

Muchos son los que, en más de una ocasión, se dejan caer por el teatro a degustar alguno de los montajes que se estén realizando. Muchos son los que paladean los espectáculos y los exprimen al más mínimo detalle. Pero también son muchos los asistentes que se quedan ansiosos por saber, por conocer esa cara trasera del show o del propio espacio escénico. Lo mismo ocurre con las películas. Incontables son los reportajes y grabaciones producidos acerca del conocido “cómo se hizo”. ¿Qué sucedería si se fusionasen ambas opciones? ¿Podría verse en un teatro ese making off de algunas de las mejores películas de la historia, interpretado por actores y actrices de carne y hueso? La respuesta es sencilla. Sí. Y lo que ocurriría entre dichas paredes, si está bien ejecutado, como es el caso del que hoy vengo a tratar, sería un éxito sin igual.

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Y… Lo que el viento se llevó cuenta, en primera persona, cómo se llevó a cabo el rodaje del aclamado film de los años 30, adaptación de la novela de Margaret Mitchell. Todo comienza con el parón del montaje en cuestión, ya que el productor cinematográfico no está conforme con el resultado obtenido hasta el momento, el conocido David O. Selznick, a quien da vida magistralmente, dejando constancia absoluta de su talento, el actor Gonzalo Castro. Para poder reanudar la ardua tarea, contará siempre con la ayuda de su inseparable y eficaz secretaria, la Srta. Poppenghul, encarnada delicada y elegantemente por Carmen Barrantes.

Cada día que ese rodaje se mantiene detenido, el protagonista pierde grandes sumas de dinero, por ello, toma cartas en el asunto y convoca a dos grandes del mundo del cine en ese Hollywood de los años 30. En primer lugar, su amigo y popular guionista Ben Hetch, interpretado por Pedro Mari Sánchez, que sigue haciendo gala de su saber estar y su buen hacer sobre las tablas. Y, como colofón, solicita ayuda a un director de renombre para poner la guinda a ese pastel: el imposible Victor Fleming, hecho realidad gracias a José Bustos que derrocha energía y carisma en este Lo que el viento se llevó.

Foto: Vero Aguilera Ro

Hora y media de un espectáculo con una rapidez vertiginosa, con toques de humor y unos cuantos conflictos, ya que lo que lo que el señor Selznick quiere conseguir no será sencillo, puesto que los nuevos colaboradores del proyecto no se lo pondrán nada fácil. Un show hilarante y a disfrutar en el que queda constancia de un trabajo bien hecho por parte de su director, José Troncoso.

El Teatro Pavón nos regala esta maravilla de un clásico que podrá verse únicamente hasta primeros del año próximo y, mi recomendación personal, es no perdérselo, por nada del mundo. Estas navidades regala cultura, regala teatro.


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