Dicen que para que la felicidad sea plena y se sepa apreciar, es necesario haber vivido ciertas penurias que nos hagan valorar lo bueno cuando realmente sucede. Lo mismo pasa con el bien y el mal, ¿no? Aunque… ¿Quién decide qué es lo erróneo o lo correcto? ¿Quién dictamina dónde se halla lo bueno o lo malo? ¿Lo justo o lo injusto? Mucho que ver con esto tiene la religión, al menos en estos parámetros, y concretamente la católica. Entre sus escritos, sus devotos estudian y leen a conciencia el libro de la Biblia. Podríamos decir que se trata de una narrativa con un claro protagonista: Jesús. Y, sin embargo, no era el único de la época, ni de sus hermanos. De hecho, uno de ellos, el más polémico tras el ya mencionado, Lucifer o Luzbel, era uno de los ángeles favoritos de Dios, pero fue expulsado del Cielo cuando se rebeló contra su poder. Desde entonces la polémica le ha rondado y su fama ha sido nefasta. Según la historia se dice que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo, es por ello que Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal. Aunque, ¿y si no fue exactamente así, como ocurrió? Nadie mejor que el propio Belcebú podrá narrar lo acaecido.
Mi turno es un espectáculo cabaretero, dinámico, fresco, con un ritmo vertiginoso que, desde el humor más ácido, picante o indecoroso, nos seduce con la vida del mismísimo demonio, contada por su propia persona. Muy probablemente, incontables chismes han sido escuchados en torno a su vida y, sin embargo, no es tan malo como lo pintan, o como lo escriben. ¿Quién nos abrió el apetito gracias a la gula? ¿Quién nos dotó de gran deseo sexual por medio de la lujuria? ¿Quién nos permite descansar a través de la pereza?… ¿Lo veis? Incluso deberíamos pensar que el mundo es mucho más entretenido gracias a él.
No se nos ocurre un intérprete mejor para este divertidísimo montaje: Miguel de Miguel desborda literalmente el escenario con su talento desmedido. Ya sea explicando, encandilando a su público, cantando o lo que quiera que el libreto le pida. Un hombre capaz de mantener la atención de cuantos le visitan durante todo el show, sin percibir un ápice de distracción en los oyentes. Hilarante, derrochando comodidad en cada uno de sus movimientos, con gran capacidad de resolución e improvisación con los asistentes de una forma exquisita. 70 minutos en los que hace honor a su saber estar en las tablas y su aplomo en la ejecución escénica, suceda lo que suceda.
Claro que el jefe de todo el infierno o podía encargarse de absolutamente todo y mucho menos con su padre siempre pendiente de todo lo que hace… ¡O dice! Por ello necesitaba una ayudante. Alguien pícaro, dicharachero, con bondad e inocencia supuesta… Alguien como Dolores, una joven a la que debe dejar bien guardada si no quiere que nadie le quite el protagonismo, ya que Dolores Cardona, la actriz que da vida al personaje, arrolla a cada paso que da, metiéndose a todos los presentes en el bolsillo con una facilidad apabullante.
Soberbio trabajo actoral, de gran peso y desarrollo, que parte de la esencia más pura: la fascinante mente de un dramaturgo que no hace más que cosechar éxitos. José Warletta arrasa en el delicioso Teatro Lara con todo aquello que se propone. En este caso, da unas pinceladas muy claras sobre las líneas del escrito, acerca de sus raíces y del humor gaditano que le acompaña, muy bien expresado y sin caer en aspectos coloquiales propios de la zona.
Como conclusión: montaje fantástico, divertido y muy cabaretero, con una dramaturgia de 10 y una interpretación de 10 también. ¿Qué puede fallar? Desconozco si Lucifer, Luzbel, Satán, el Demonio o como quieran mencionarlo, fue así. Lo que sí tenemos claro es que anhelamos que se parezca mucho a Miguel de Miguel si quiere que vayamos al infierno.