La historia… Esa asignatura soporífera y densa que a muchos y muchas se nos atravesaba en el colegio y entre los que me incluyo. Quizá, no porque no fuese de gran interés, sino que igual su explicación se abordaba carente de estímulo, sin siquiera pasión en su avance. Tal vez necesitaba ser narrada con ritmo y de un modo más didáctico, como hacen los intérpretes del montaje que hoy os acerco. Y es que hay formas y formas de contar ciertos acontecimientos, pero si se hace como el elenco de esta compañía, aprende hasta el más perezoso, lo aseguro.
Historia de España en 70 minutos embarca al público en una experiencia teatral ingeniosa y humorística, basada fielmente en lo acaecido en el país durante el paso del tiempo y de las civilizaciones que lo habitaron, desde los primeros hombres primitivos, hasta casi nuestro tiempo. Una producción que logra condensar siglos y siglos de evolución y sucesos, en escasos 70 minutos que dan para mucho. Ágil, de ritmo vertiginoso y muy dinámica es la puesta en escena con la que deleitarse y aprender.
Un elenco formado por, tan solo, tres integrantes que, con maestría y sobrada soltura, son capaces de encarnar a decenas de personajes, los cuales dejaron su huella a nivel histórico y cultural, en cuanto a lo que a España se refiere. Reyes, políticos, diversos integrantes de la realeza, escritores… David Ortega, Lucía Madrigal y Javi Rodenas permiten a la audiencia degustar una abrumadora cantidad de nombres y conceptos, contados con el mejor toque de humor, y regado de pinceladas de actualidad.
¿Cómo se puede guionizar la historia de España y reducirla a setenta minutos y únicamente tres intérpretes? Eso es algo que me gustaría preguntar y que, obviamente y como es lógico, debería contestar Ernesto Filardi, el generador más potente de este fantástico proyecto que desarrolla todo lo pasado como único formato, como un todo sin fisuras ni segmentos.
El Teatro Lara de Madrid es la maravillosa elección para este espectáculo teatral con el que reír, aprender, pensar y repasar todo lo que almacenábamos en nuestro conocimiento, eso sí, una vez finalizado el evento porque la diversidad de escenas te impedirá atender a otra cosa que no sea lo que sucede sobre las tablas. ¡Qué maravilla! ¿No?
Ahora que arranca de nuevo la vuelta al cole, visitar este montaje no solo es un buen plan para adultos, sino también para los más benjamines de la familia, como apreciamos en la atestada sala. Aprender y divertirse deberían ir siempre emparejados y no tratarlos como polos opuestos. Quizá esa sea la mejor moraleja para un espectáculo que engancha al espectador desde el primer segundo.
El teatro siempre es buena elección cultural, pero no olvidemos que puede ser educativo y divertido a partes iguales.
Callao