Por MarianEme. Relato seleccionado para el lunes, 27 de abril de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Diego para Hoy Madrid.
Llevaba treinta minutos con la mirada fija sobre el Manzanares. Todo había terminado. De repente, aquel Madrid en el que tan viva me había sentido, me parecía el lugar más desolado del mundo. Llevaba demasiado tiempo aguantando aquella situación. Sus gritos, mis llantos, sus disculpas, mi perdón, sus manos, mi miedo. Aquel domingo de abril volvió a ocurrir. Cuando comenzó a gritarme, volví a sentir aquel terror tan familiar para mí en los últimos meses. No lo soportaba más. Me desperté sigilosa a media noche. Cogí las llaves de casa y me marché. Y allí estaba, deseando ser aquella agua para irme lejos. Los pensamientos caían sobre mí como armas afiladas. «¿Debía volver?», «lo sigues queriendo», «a lo mejor cambia». No.
Sonó el móvil. Siguió sonando. Mensajes, grabaciones de voz. Hacía frío y yo temblaba. Lancé el móvil contra el suelo. Me acerqué a recogerlo. Lo volví a lanzar. Quería que se marchara lejos, sacarlo de mí, volver algunos años atrás.
Y entonces lo supe. No habría pasos atrás. Aquel día la vida comenzaba de nuevo para mí.