Por Omar Balmori. Relato seleccionado para el domingo, 10 de mayo de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Ryan Tauss en Unsplash.

«General Mola 211, quinto E, derecha. Madrid, España». Esa fue mi respuesta por tercera vez consecutiva a mi padre, luego de un adiestramiento de más de cuarenta minutos. Imagino haya sido el mismo método que usaran con él, antes de permitirle salir a España. Jamás olvidé esa dirección. No puedo decir mi dirección en Cuba, pero dónde viví mi infancia feliz, ¡jamás lo olvidé!

Cuarenta años más tarde volví a Madrid; mi hijo me acompañó al lugar. El nombre cambió, ya lo sabía. En vez de un General, ahora es un Príncipe. Era el mismo edificio, pero no se sintió igual.

Antes, al llegar a la acera, ya estaba en casa. Esa acera donde aprendí a montar la bici, una BH que me llevé a Cuba. Ahora, se me encogió el corazón. No están mis padres… Me sentí ajeno al lugar. Entonces, con miedo, como si estuviese vivo, toqué la pared del edificio. ¡Se sintió tan bien hacerlo! Era como si los recuerdos se pudiesen palpar. En segundos, recorrí cada habitación de la casa: Soplando la espuma en la bañera… viendo a Sandokán en la televisión… jugando en el corredor…

Fue maravilloso acariciar mi casa, mientras me devolvía mis recuerdos.