No con el puré de patatas y la sopa de tomate

Encabezamiento extraño pero así ocurrió: utilizaron los dos productos para agredir un Monet y un Van Gogh. Reivindicar, protestar sobre el cambio climático y sus consecuencias, así lo justifican. Se acercaba el 24 de octubre, Día Internacional contra el Cambio Climático, y decidieron atacar en dos museos. Lo que han conseguido es crear mucho rechazo con este vandalismo climático; que no fuera pintura, que hubiera cristal en sendos cuadros, no suaviza la agresión. Son formas de protestar que van degenerando. Es moverse en arenas movedizas porque si bien han conseguido llamar la atención, cierto es que no han gustado las maneras, se les ha vuelto en contra. No todo vale.

Voy a mostrar una campaña del 2019 que promovió el Museo del Prado y WWF, World Wide Fund, para advertir del peligro que supondría un aumento de la temperatura global en 1,5ºC. Tres años después, la mantengo presente en mi blog.

Con el fotomontaje crearon una forma artística y plástica para alertar. Y yo, para dar todavía más visibilidad a lo que hicieron, he escrito dos microrrelatos, Cuadro I y Cuadro II, sobre la intervención ficticia en dos joyas del arte.

Cuadro I

Montaje: Museo del Prado / WWF

El hundimiento del retrato ecuestre de Felipe IV

El agua entra con furia. Paloma, copista del museo, no para de dar brochazos. Tiene toda una gama de azules en su paleta. ¡Menudo proyecto la han encargado: El retrato ecuestre de Felipe IV, por Velázquez tiene que verse en medio de una inundación! El cuadro grita, toma conciencia de lo que supondría el aumento de 1,5ºC en la temperatura global. Paloma piensa en Velázquez. Qué diría de esta ocurrencia; el ver a su Real cliente ahogándose con su caballo. Ay, el caballo, símbolo de nobleza guerrera; tanto que estudió la difícil perspectiva, innumerables los bocetos que hizo el genial pintor, y va a acabar casi cubierto por las aguas. Y ese fondo, el paisaje del parque del Pardo, con un vislumbre de montañas nevadas de la sierra Maliciosa, tapado parcialmente por el mar invasor. Paloma está haciendo un guiño al genio sevillano. Colorea las aguas como las del Guadalquivir, río que cruzaba un jovencísimo Velázquez cuando trabajó en el estudio de su suegro, antes de irse a Madrid. La copista va acabando; mientras se masajea el brazo mira el resultado de la  jornada, un cuadro de 1634 que casi 400 años después va a colaborar en esta denuncia ambiental.

El fotomontaje y la escritura nos permite intervenir en las copias de los cuadros para mandar un mensaje -no hace falta esa manera de asaltarlos tan brutal-.

Es una oportunidad para expresarse y denunciar con limpieza y respeto. En cuatro palabras, hacer bien las cosas.

Cuadro II

Montaje: Museo del Prado / WWF

El quitasol en medio de un campo de refugiados

«Climate Refugees, bien delineado, que no me tiemble el pulso al escribirlo», se repetía Paloma mentalmente. Con esta destreza, la copista de arte, va terminando su nuevo encargo: una transformación de una joya del Museo del Prado, El quitasol. La pareja protagonista original de Goya, jovial, de pieles sonrosadas, con colores vivos en su atuendos, que posan en un camino rodeado de iluminados pinos y calientes jarales, ahora Paloma los muestra desarraigados, lejos de su lugar, con rostros gastados por el cansancio, exhaustos, hambrientos, sucios, con harapos, velados por el polvo, y apenas protegidos por el quitasol. La apoteosis solar que se intuye en el original cuadro goyesco pasa a una luz mesurada, desvaída, que languidece en un entorno lúgubre, amargo y atormentado porque no ha habido alternativa, sólo huir sin nada para conservar. Bajo el cielo poblado de grises nubes, que indican que una fuerte tormenta se aproxima, hileras de tiendas sujetas a un suelo arenoso del que se levantan nubes de polvo que difuminan las formas. Paloma ha conseguido que se adivine tras esta pintura final, áspera y tierna, la densidad de vida que late.

Este escenario pictórico de luz cambiante, en donde todo tiene un coste y el precio máximo será la supervivencia  es para deslustrar nuestro entorno por un aumento de 1,5ºC en la temperatura global. Paloma está satisfecha porque un cuadro de 1777, dos siglos y medio después ayuda a esta conciencia.

¿Qué les diría a Velázquez y Goya? Sus trabajos utilizados para una campaña de una sensibilización ambiental.

Ya ven de lo que puede ser capaz el ser humano: provocar estas crisis, creando un auténtico esperpento humanitario. Supervivientes que se han mantenido porque encuentran un camino hacia la vida desde el horror. Son imágenes avasalladoras, pero es de lo que se trata para llegar a la mayoría. Es la intención. Tomarnos en serio que el aumento de 1,5ºC en la temperatura –estamos muy cerca de conseguirlo- puede ocasionar auténticas catástrofes ambientales y humanitarias.