Un buen colchón

La conocida frase «tener un buen colchón» puede ser interpretada de varias formas. Quizá la más empleada es aquella en la que su significado se refiere enteramente al dinero y a tener ese descanso económico que nos proporciona un margen de euros bien guardados. Claro, también es cierto que, bien necesario es un tiempo de sueño reparador. Pero… ¿qué tiene que tener un colchón para que sea realmente bueno, el indicado para cada uno y el que cumpla con los requisitos deseados de los compradores? Habrá de ser de dureza media, ni muy firme ni muy blando; homogéneo, sin hundimientos ni huecos incómodos; adaptable al cuerpo humano y que respete la curvatura de la figura; cómodo y confortable; que tenga un grado óptimo de transpiración; sin acumulación de ácaros… Y un largo etcétera tan extenso como nos queramos proponer. Entonces, ¿nos encontramos ante el marketing más puro y duro para sacarnos los cuartos, como se suele decir? No olvidemos que está demostrado que pasamos, aproximadamente, unos 30 años de nuestra vida durmiendo, lo que quiere decir, en el colchón. Y si… ¿Lo más correcto fuese hacer una inversión en dicho elemento por un largo plazo? Incontables cuestiones que la comedia que hoy nos trae por aquí lleva a la escena y desarrolla con delicioso esmero.

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Un buen colchón es un divertido espectáculo teatral en el que una joven pareja de treintañeros acaba de independizarse para, por fin, iniciar la convivencia juntos. Aparentemente, todo transcurre sin desajustes ni diferencias, parece que encajan maravillosamente. Ella es Bárbara, a quien da vida la dulce y delicada Veki Velilla, una estudiante deseosa de lograr su objetivo: conseguir aprobar la oposición para auxiliar administrativo. Él es Andrés, encarnado fantásticamente por el popular actor Víctor Palmero, un aspirante a influencer y streamer, centrado y enfocado en su canal de vida sana, seguido ya nada menos que por la friolera de 23 personas.

La vida entre los enamorados no puede ser más idílica… Hasta que una noche cualquiera, en un momento cualquiera, leen una noticia cualquiera: una promesa del fútbol está disparando su carrera. ¿El motivo? Duerme en un increíble colchón de, tan sólo, 45 mil euros. ¡Qué locura! Aunque, si tuviesen ese objeto tan poderoso y mágico, puede que el canal de Andrés se disparase y consiguiese de él todo lo que desea, puede que Bárbara aprobase la oposición, puede que les tocase la lotería, puede que fuesen más felices, puede… Puede ser una estupidez plantearse comprar un colchón de soberana cantidad con la mermada economía que poseen.

Foto: Vero Aguilera Ro

Toda buena historia, bien contada es mucho más apetitosa. De ello, de narrar esta disparatada historia que, comparándose a otros escenarios, podría revelarse en la vida de muchos, se encarga el divertidísimo y versátil Carlos Chamarro, dominando las tablas con exquisito talento y perfección, rompiendo la cuarta pared y metiéndose al público en el bolsillo desde el primer segundo.

Una desternillante comedia que, por desgracia para el público, únicamente estará en cartelera hasta el 31 de marzo en el Teatro Quique San Francisco de Madrid. No sólo merece la pena deleitarse con el montaje por su hilarante humor, sino porque puede que muchos de los espectadores se sientan identificados con lo sucedido, extrapolándolo a otras situaciones. Sin duda, un trabajo espléndido.


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