Por Pepe Aldea. Relato seleccionado para el sábado, 25 de abril de 2020, en el I Concurso de Microrrelatos «Hoy Madrid». Foto de Diego Muñoz Suárez en Unsplash.
—¿Dónde vas, Alfonso XII? —dijo La Voz—.
—Voy en busca de los niños, que ya no se asoman a mi estilita dignidad. Tampoco oigo el remo vigoroso ni el tropel de las carpas, y a la espalda de Alcalá los ruiseñores tardan. Pero, ¿quién eres? ¡Abandona las sombras!
—Mi nombre no ha de importarte. Para algunos soy heraldo de jinetes feroces, para otros portador de luz. Mas me afano en medir tinieblas, y ahora me solazo en primaverales bailes de máscaras. Retorna a tu paz fundida en bronce, pues tu reino ya no es de este mundo.
En esto apareció Don Cecilio, el jardinero, con semblante circunspecto:
—En la Casa de Fieras se han avistado jabalíes. Debo estar alerta, no sea que destrocen los setos y hocen en las verdes alfombras donde hay versos de amor y sueños.
—A tus cipreses callados regresa —dijo La Voz—, pues tengo dominio sobre las bestias del campo y las aves del cielo.
Un mar de silencio lo cubrió todo. Pero cuando el amanecer engulló a la luna, un grito de jubilosa inocencia confinó a La Voz en su altar de granito.
Las rosas se vistieron de rocío para saludar al alba.