Cuando el roce no hace el cariño, tercera parte

Asesinato del Amor, de Manuel Millares (Museo Reina Sofía)

Hemos elegido la obra de Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canarias, 1926 – Madrid, 1972), pintor y escultor de segunda mitad del siglo XX, principal impulsor del grupo El Paso, por su hondura dramática, que en su momento representaron la lucha y la tensión existente entre quienes proclamaban la libertad y quienes intentaban acallarla. Le hemos interpretado y entendido para llevarlo a nuestro cómic, para esta denuncia que contamos en Ataduras.

Texto: Patricia Andrés Sánchez
Ilustraciones: Ana Martínez

Ataduras

El grupo se coloca enfrente del cuadro.

Eva lleva un nudo en la garganta. La bronca que tuvieron esta mañana había sido tremenda.

La primera lágrima aparecía. Se sentía fatal, reflejada en aquel amasijo de tela retorcida. Mira el cuadro con más detalle.

Millares utilizaba sus arpilleras y sus cuerdas que aprietan el bulto interior ―empieza el guía―. El artista se valía de sacos rotos y agujereados.

Eva ha parado un par de horas en el museo porque no quiere volver a casa y encontrárselo. Tiene tantos pensamientos sobre lo que le estaba ocurriendo en su vida.

La infancia y adolescencia de Eva no parecían anunciar tanto desastre. Su madre decía que tenía vitalidad, estilo, porte y una sensibilidad a flor de piel. Recibió una esmerada educación con la que llegó a ser una mujer lógica, controlada y equilibrada.

Su boda la convirtió en la imagen de casada joven que complacía las reglas de su clase social. Lo tenía todo, era mimada y halagada, sin embargo su vida se transformó en un cúmulo de amargura y resentimientos.

Hogar, dulce hogar hasta que se vuelve amargo.

De puertas afuera, encantador; de puertas adentro, cruel, perverso por ser el que más conoce, el que más daño hace. Alcanza un estado mental que revela anomalías, pero no está perturbado. «Eso» lo desarrolló en el núcleo familiar. Porque fuera de casa no se enfrenta con nadie. Amable inteligente… guarda las apariencias. Hombre malvado sí, no loco.

¿Por qué se comporta de esta manera? No hay razón para hacer algo así. Me preguntó qué ve cuando se mira al espejo.

Eva sabe que está en una relación en la que todo se echa a perder y deja que suceda. ¿Desidia en el amor? No pregunten cómo. Todavía no lo sabe.

No ignora el dolor, lo que hace es adaptarlo a su vida. Amuralla su propio sufrimiento, arriesgándose a que la devore desde dentro. No sabemos comprender el porqué.

Escucha las últimas palaras del guía.

Entre tanta tela atrapada, tela deshecha, el pintor deja un cabo suelto que no se sabe interpretar, quizá la posibilidad de aflojar tanta tirantez.

Volvió llorando a casa.


Cuando el roce no hace el cariño, segunda parte

Cuando el roce no hace el cariño, cuarta parte