Cuando el roce no hace el cariño, cuarta parte

Lo que iba a serun artículo dominical más ya va por la cuarta parte. ¡Lamentablemente va surgiendo información en nuestro día a día que me permite ir ampliando! En esta ocasión me ha llamado la atención los personajes femeninos que se han ficcionado para la serie de los martes en Telecinco, porque es otra manera de dañar el crear estos estereotipos tan difíciles de eliminar.

Salió el tema en mi reunión quincenal sobre cine y tv, donde un grupo de aficionados destripamos películas y, ahora, hemos incorporado las series.

Entrevías, serie de TV

Me voy a alejar del Madrid de exposiciones y locales de moda para irme a un barrio de los no bonitos, no tan periférico, que nos está enseñando la serie de televisión. No voy a entrar en si el barrio está menos degradado que lo que muestra la serie, esta es una de las críticas que hacen los vecinos que viven ahí.

Los seguidores de Entrevías entenderán que mis críticas las defiendo con un criterio emocional no de guionista de series. A ello.

IRENE, la nieta del protagonista. Joven de 17 años que vive con su abuelo Tirso en el barrio de Entrevías.

En mi opinión es la que peor sale parada como personaje. A la actriz no le han regalado el papelón de su vida y como espectadora me irrita su poquita cabeza en cualquier decisión que toma; por ejemplo, su involucración con narcotraficantes: ella y su novio Nelson, se quedan con un paquetón de droga que quieren vender por su cuenta para escapar –sabemos con qué pero no entendemos de qué–. Ella se ocupa de la custodia del paquete y de lo mal que lo esconde, se lo descubren.

Capítulo siguiente. La desagradecida nieta le roba todos sus ahorros al abuelo para escaparse, otra vez, con su novio y a continuación, diez minutos de serie después, se le caen todos los fajos de billetes debajo de un puente (quiero pensar que con la ayuda del abuelo recuperan hasta el último euro).

Con su mala cabeza llega a la peor parte. Irene decide ayudar a su novio de los problemones con los narcos del barrio, por lo que se va ella solita a hablar con un tipo que asusta, para hacerle caso, dirigirse al lugar más despoblado del barrio y meterse en el coche negro voluntariamente. Imaginamos lo que pasa. Aquí voy a parar porque el tema es serio. Yo recuerdo las compañeras y amigas de mi clase de los 17 años y a ninguna se nos hubiese ocurrido subirnos a ese coche. Y sé que a las chicas de ahora tampoco.

Sigo. De esa violación grupal (se nos ha ido desvelando por capítulos) se queda embarazada. Resulta que días antes se había acostado con su novio sin ninguna protección.

Los adultos que tiene cerca, madre y abuelo, la hablan de aborto. Ella se niega. Sigue adelante con el embarazo. Aquí vuelvo a parar. Por la seriedad del tema. Irene quiere tener el niño, pero ¿cómo? Hay que pensar en que es una nini. Dejó de estudiar y el trabajo no le atrae. Que va a necesitar toda la ayuda de su entorno. Y, ¿por qué hay que contar con la madre o el abuelo? Ellos la han pedido que no siga adelante porque no quieren que les regale un bebé. Lo que más llama la atención es porque quiere seguir con el embarazo: tiene un presentimiento en su corazón, que el padre es el novio y no los violadores. Ocurre que el novio no sigue con ella. Se ha maleado y unido, delictiva y carnalmente, a la narco emergente del barrio. No obstante, Irene está convencida que si él se entera de su embarazo volverá con ella.

Para calmar sus ideas decide empastillarse. Otro tema muy serio. Ella entra y sale en ese mundo sin ninguna secuela.

¡Madre mía!

Irrita verla en la pantalla porque pienso con qué va a salir ahora. Menudo papel le han dado a la actriz: torpe, inadaptada, boba, ingenua, de no tomarse un momento para pensar. Me produce un sentimiento descorazonador que haya dicho adiós a demasiadas cosas que se hacen con su edad. A esta niña le falta descubrir la satisfacción del pensar y razonar, ¿estoy bien dónde estoy? ¿dejo de estudiar, que hasta puedo elegir un colegio extranjero?, especialmente si te dan de lado los adultos de tu entorno porque les resultas indisciplinada e incorregible.

No tiene solución. No tiene amigas ni amigos con los que hablar. Ni siquiera la madre la soporta, que incluso reconoce su error por haberla adoptado.

Juventud, un divino tesoro, pero con oportunidades aprovechadas. Voy a ser algo benévola para decir que este modelo de adolescente tan negativo en todos los registros de su vida, puede ser un referente para no seguirlo. Es muy claramente un mal ejemplo a no imitar. Es un personaje muy vulnerable: de poder tenerlo todo, se queda con nada. La han metido en un saco como a una lagartija. Que se retorcerá pero nada ni nadie la salvará.

GLADYS. Otro personaje femenino. La madre de Nelson. La quieren presentar como curranta, que está muy bien, pero de limpiar escaleras y de la cocina no sale. Vive a través de economías sumergidas.

Dulce, casera, sin medios y monógama. Oculta toda su fatalidad bajo una capa doméstica. Tuvo un pasado poco escrupuloso y ahora quiere ser respetable. Protagoniza la segunda pareja de enamorados de la serie. Su atractivo físico le va a ayudar para conquistar a Tirso, el ferretero, protagonista indiscutible de la serie. Unos 25 años mayor que ella, de carácter desabrido, un inaguantable al que abandonaron su mujer e hijos. Le ha tocado a Gladys el papel de encandilarle. ¡Menudo trago! No tiene necesidad de ello, con desgastantes peleas y reconciliaciones; una mujer en su sano juicio no se arrimaría a Tirso, estaría mejor sola, pero a Gladys le han dado un papel de desprotegida y a él de salvador que le ha solucionado muchas papeletas.

No busca salidas fuera del barrio; es una mujer joven que podría aprender un oficio (no digo que nos muestren las horas de estudio, ni los trayectos a otras zonas de Madrid en busca de oportunidades, porque no hay tiempo de grabación, pero podrían dejarlo caer).

NATA. Adolescente lista, despierta, viva, espabilada, sin miedos. Lástima que todo su talento lo use para convertirse en La Patrona de Entrevías.

Nos la presentaron al inicio de la serie como colega, no amiga, de Irene. Pero unos capítulos después las enemistan por un maromo de por medio. Se turnan a Nelson.

Nata no tiene límites. No tiene un compañero de verdad. No tiene amigas. Sí subordinados. Vive en la delincuencia y la criminalidad. Presiento que va a ser la peor parada de la serie.

ALICIA. Señora del barrio, mayor y mi personaje favorito por ser la única que ha hecho las cosas medianamente bien. Lástima que Nelson provocara su caída dejándola en una silla de ruedas. Los guionistas la convierten en un trozo de pan porque le perdona, e incluso le deja vivir en su piso con su madre Gladys. Capítulos después se va a vivir, otro personaje principal, Ezequiel, con ellas.

Me gusta de Alicia que, aunque su casa se convierta en una pensión, con entradas y salidas de distintos personajes, todo el mundo la respeta por ser la única propietaria del piso. Mientras tenga la casa todos tienen claro que están bajo su abrigo. Esa vivienda la da consideración por ser también usada para encuentros y base de operaciones de la policía.

Eso sí, ella intenta que su tiempo vital no sea agitado, urgente e incómodo. No lo consigue. Lo de vivir unos años serenos va a ser impensable con semejante trajín.

Con Alicia se ve otro problema para ponerse seria, la falta de vivienda. Los tres personajes que se han metido en el piso de Alicia, para facilitar el fluir de la serie, son un comienzo de Los Sin Hogar: Gladys no tiene dónde meterse, ni dinero ni familia más allá de su hijo rebelde y delincuente. Y el policía Ezequiel ha llegado a una situación en que sólo tiene su coche como vivienda.

A veces te preguntas cómo se puede llegar a vivir en la calle y estos dos personajes de ficción te dan la idea, que me resulta creible (con este párrafo aprovecho para felicitar a la ONG Caídos del Cielo por el premio Max de Carácter Social 2022 por tratar el tema de las personas sin hogar).

Hay dos personajes femeninos más: una inspectora jefe y una agente inmobiliaria, la madre de Irene. Son mujeres que destacan por la relación sentimental que han empezado. Y ambas tienen a un hombre con ideas, por encima de ellas. Ezequiel es más listo, experimentado que su jefa, la inspectora. Y la madre de Irene, creció en Entrevías, salió del barrio para llegar a La Moraleja, entiendo que con formación, hizo una boda para ocultar su homosexualidad y al conocer a la inspectora se decide a salir del armario, tiene una inmobiliaria que trabaja con el personaje más malo de todos, un despiadado hombre de negocios que se ha incorporado después a la serie.

No pensaba mencionar los personajes masculinos. Pero al final doy unos breves apuntes. Ellos, excepto el malo, nos transmiten amistad, compañerismo, lealtad; amigos que sacan tiempo para ayudarse, aconsejarse de que hay que usar la cabeza (por ejemplo, van en grupo y armados a tratar con los narcos). Con ocio para pensar, leer, escuchar música o tomarse una caña. Ezequiel, quizá por profesión es el más marginal, nos transmite que la vida se nos hace corta pero él tiene la facultad de hacerla ancha con vivencias y sicología empleada.

Batallan con su difícil cotidianeidad porque creen en su mundo y en ellos mismos.

También voy a dar un protagonismo al edificio donde los personajes coinciden. Eso sí, en pisos separados, el de Alicia y el de Tirso. Una decoración tranquilizadora en ambos para contrarrestar con el mundo sórdido, limitado, confuso, sangriento que hay fuera. En el rellano de la primera planta van y vienen, se entrecruzan, respiran idéntico aire.

Hasta aquí los capítulos emitidos, quedan los finales donde me imagino que se creará una situación de conflicto insoportable e  irresoluble donde las mujeres acabarán mal. Lo vemos.


Cuando el roce no hace el cariño, tercera parte

Cuando el roce no hace el cariño, quinta parte