Los cuentos son una cosa muy seria y que hay que respetar. Marchan la infancia de quien del disfruta, así como de los adultos que se dejan caer entre sus páginas, aprendiendo de los heroicos protagonistas, las dulces muchachas y los crueles villanos y enemigos. ¿O no? Igual eso era antes. Quizá ahora no esperamos encontrar la típica historia de príncipe rescata princesa y fueron felices para siempre porque puede, y solo puede, que ese no sea el final verdadero.
Olivia Lara Lagunas es esa luz al final del túnel que no ha vuelto a abrir los ojos para desmitificar el amor, a los príncipes y las princesas. Que igual no todos saben usar una espada y no todas cantan cual dulces pajarillos. Ya me has tocado el cuento es la desternillante segunda parte de esta aventuro que inició la dramaturga. Tras un éxito apoteósico de No me toques el cuento, en el que las propias jóvenes nos narraban como era de desdichada su vida real, ahora la parrilla cultural madrileña acoge una esperadísima segunda parte que prometía carcajadas y disfrute y ha superado sus expectativas con creces.
Pero… ¿Por qué les han tocado el cuento a ellos? Pues nada menos porque las dulces muchachas han decidido huir de sus vidas insatisfechas y buscar aquello que desean, como era de esperar… ¡Que vaya tela! Ahora, los cuatro fornidos príncipes, deberán descubrir qué ha ocurrido y por qué para poder entender la situación y actuar a consecuencia.
Pongámonos al día. Felipe está casado con Aurora, la bella joven que quedó dormida por una rueca y se despertó al calor del primer beso de amor verdadero. Pero ella ya no está y él no sabe qué hacer. Álvaro Quintana, con su expresividad, su rictus serio y su saber estar en las tablas, con la aparente facilidad de estar en el salón de su casa, es el encargado de dar vida a un carismático y valiente príncipe que ya no sabe qué hacer sin su princesa. Después tenemos a Enrique, el marido de Cenicienta, o como a ella le gusta que se le diga: “La Ceni”. Ella es toda fiesta y toda alegría y él… Es él. Simple, acomodado y con dinero, su arma más valiosa. Ante esta cantidad de estímulos tan apasionantes, nótese la ironía, era lógico que la princesa decidiese buscar adrenalina fuera del castillo y alejada de Enrique, interpretado por Víctor de la Fuente que nos deleitó con sus divertidísimas caras y movimientos, muestra palpable de su admirable talento. Siguiendo, podemos pasar a Bestia, el esposo de Bella, esa joven a la que secuestró, tras tener encerrado a su padre y que poco más o menos obligó a la chica a enamorarse de él… ¡Que así está! A lingotazo limpio para sostener la vorágine emocional que posee y eternamente obsesionada con su belleza. Pues ahora a Bestia le preocupa que ella no esté… Qué bonito, ¿no? ¡Qué romántico! ¡Pues no! Resulta que nuestro querido Alejandro Chaparro, que encarna con brillante trabajo al personaje, tiene miedo de volver a convertirse en Bestia y dejar de ser un hombre. Pero claro, a base de asustar no se consigue nada bueno. Y para cerrar la lista de la realeza, me dirijo ahora a Florián, llevado a la escena por un delicioso José Cobertera que provocaba incontables risas entre todos los asistentes con su gracia y su arte. El dulce Florián y Blanqui, como así la llama, se quieren muchísimo, pero la verdad que el muchacho es un poco dramático y por sus reacciones, Blancanieves cada vez se ha cerrado más a él y ya no es feliz, más bien es adicta a los ansiolíticos, porque siempre tiene que sonreír. Claro que quizá también influya que el propio príncipe no tenga muy claras cuáles son sus tendencias sexuales… ¡Todo un caos!
Una historia que, pese a salir de un cuento, narra vivencia de la vida misma mucho más actuales de lo que la sociedad se imagina. Un vibrante estreno que puso a todo el patio de butacas en pie, colmando a los actores, así como a la propia Olivia, de aplausos sin final y, sobre todo, muy merecidos. Arrancan temporada en los Teatros Luchana de Madrid y viene pisando muy fuerte.
Estos príncipes van a dar guerra.
Iglesia