Ahora que viene el calorcito, qué maravillosa nos parecería una escapada a tierras más frías e invernales. De hecho, cuánta gente no indaga sobre destinos vacacionales con dichos requisitos en busca de un desahogo a las altas temperaturas propias de la época. Por ejemplo, al lugar donde siempre es Navidad, en el que reina el espíritu de Papá Noel cada día del año… ¡O eso creemos desde aquí! Claro que, si nos ponemos a pensar, podríamos llegar a la conclusión siguiente: vivimos con esas fiestas, como poco, seis meses anualmente. ¿No me creen? No hay problema. ¿No recuerdan la venta de lotería en la propia playa, en julio o agosto? ¿No finalizan el descanso veraniego y, a la vuelta, encuentran el supermercado repleto de turrones y demás dulces típicos? ¡Lo que decía! ¡Cualquier día es bueno para celebrar la Navidad! Así que, para ir adentrándonos en la época, que estará con nosotros antes de que nos demos cuenta, nos hemos acercado al teatro para hablaros del montaje que hoy os traigo.
Ya ha aterrizado en Madrid la segunda y exitosa temporada de Laponia:una desternillante comedia con ritmo vertiginoso y mucha agilidad, llena de valores, ideologías y raciocinio que harán pensar a todos los espectadores entre carcajada y carcajada, es decir, durante todo el espectáculo.
Cuando somos niños, las celebraciones navideñas son de lo más entrañables: las reuniones familiares, los incontables regalos, dulces y turrones, acostarse tarde… Todo un placer para los pequeños. Aunque si le damos la vuelta, si lo vemos desde el prisma de la adultez, igual no resulta tan maravilloso: reuniones familiares sí, pero interminables, que suelen acabar en discusiones y broncas; incontables regalos, también… que valen una dineral y arruinan al mejor de los bolsillos; exquisitos dulces y turrones… Que ponen el colesterol y el azúcar por las nubes, a según qué edad, y los pantalones por las rodillas de lo que engordan; acostarse más tarde de lo habitual, muertos de cansancio de tanto preparativo, tanta comida y tanta bebida… Y acabar la temporada estival como si nos hubiesen pasado por encima una flota de camiones de la basura… ¡Pero cargados! Lo que decía, que tan maravilloso no era… Por tanto, no es de extrañar, que más de un adulto decida volver a enamorarse de la visión infantil, de lo bonito… Como le sucede a una de las protagonistas de Laponia.
Para las fiestas navideñas Mónica, encarnada por una brillante Amparo Larrañaga, junto a su marido Ramón, al que da vida el fabuloso y divertidísimo Iñaki Miramón, y su pequeño Martín, viajan a Finlandia a disfrutar las fiestas junto a la familia. Allí les esperan Nuria, la hermana, interpretada por Mar Abascal con gran acierto y deslumbrante talento, y su marido, Olavi, llevado a escena por un perfecto Juli Fábregas, el culpable de que ambos se encuentren en esas frías tierras. Ambos, con su pequeña Aina, recibirán a los invitados para las fechas tan señaladas. Martín acude con gran ilusión ya que va a las tierras de Papá Noel, como le han contado, y el pensar que podría llegar a conocerlo en persona es todo un sueño para él. Cuál fue su decepción, cuando se entera que no será así, es más, la pedante de su prima Aina de apenas 4 años, le dice que ni siquiera existe: se trata de un personaje inventado por los adultos… Quizá para que los pequeños se portasen bien.
¿Decir la verdad y evitar falsas creencias y realidades paralelas o mantener a los más pequeños en un mundo fantástico, mágico y de ilusión? Este suceso desembocará en el mayor de los conflictos en que, los culpables de la situación, los adultos, debatirán sobre verdades y mentiras, lo correcto e incorrecto y lo que está bien o no. Eso sí, no olvidemos que, en las reuniones de familia, los trapos sucios nunca desaparecen, por tanto, añadamos este ingrediente al cóctel y… ¿Qué tenemos? Un espectáculo teatral desternillante que dará mucho que pensar y, ante todo, mucho que reír.
Cristina Clemente y Marc Angelet son los autores de tan brillante texto, que no dejará indiferente a nadie, con la que evolucionar minuto a minuto, entrando en la moralidad y la ética de cada personaje y, quizá de cada uno. ¿Hacemos bien en mentir a los niños? ¿O lo hacemos por su bien, su ilusión, esas mentiras piadosas que mantienen viva la magia de la navidad? En la dirección, Tamzin Townsend con un fabuloso trabajo a sus espaldas, contando con una gran calidad interpretativa por parte de todo el elenco.
El Teatro Maravillas de Madrid vuelve a ser el hogar de este montaje por otra temporada más. Laponia hace reír, hace pensar y, un poquito, nos hará volver a esa magia navideña que tristemente perdemos al crecer.