La Tragicomedia de Calisto y Melibea, es un escrito teatral de gran repercusión y estudio atribuido a Fernando de Rojas, puesto que no se encontró el nombre de su autoría a su hallazgo, sino que, las octavas acrósticas que acompañan a la obra en su difusión impresa, la ponen en relación con un tal bachiller, nacido en La Puebla de Montalbán y con el nombre anteriormente expresado. El texto, se remonta a últimos del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos en España, pero su mayor auge se inició en el siglo XVI, pese a que posteriormente, durante 1792, fue prohibido. La historia está considerada un claro ejemplo de comedia humanística, aunque también hay pensadores que la ubican entre la novela y el drama. Sus peculiares e intensos personajes hacen que, tanto su lectura como su disfrute a nivel escénico, sea pleno.
La Celestina regresa, en primera persona y como narradora, a la cartelera teatral madrileña arrasando con un elenco de descomunal talento y una adaptación inteligente a la par que amena, de manos de Eduardo Galán. Una popular aventura de amores y desventuras sobre los jóvenes Calisto y Melibea, así como de todos los que les rodeaban.
Un afortunado día, el joven protagonista acaba en la huerta de la dulce muchacha, hija de un rico mercader. Al verla, este no puede evitar quedar completa y absolutamente prendado de ella y de su encanto. Tras una respuesta no correspondida, él solo verá solución a su intranquilidad en manos de una vieja alcahueta, muy conocida y temida a partes iguales. Esa mujer, la Celestina, interpretada con clamoroso acierto y un talento abrumador por la actriz Anabel Alonso, se encargará personalmente de llevar aquel romance a buen puerto, eso sí, no lo pondrá fácil.
Con una visión paralela del texto, la propia anciana cuenta todo lo acaecido, haciendo las veces de historiadora, para los espectadores y para Pleberio, el padre de Melibea, encarnado con exquisito saber hacer por José Saiz, el cual sufre los pesares de lo sucedido como uno más del público. Calisto, a quien da vida el galante Víctor Sainz, luchará contra viento y marea por ocupar el corazón de la doncella que él idolatra: Melibea, llevado a la escena por la polifacética Claudia Taboada, profundamente asombrosa y exquisita en su labor. Ésta, irá siempre acompañada, mostrando diferentes personajes, por la actriz Beatriz Grimaldos, que da buena cuenta del talento que alberga. Tampoco debemos ni podemos olvidar a otra pieza clave de este perfecto elenco: David Huertas. El actor nos deleita con uno de los fieles sirvientes del joven y enamorado Calisto.
Con la dirección impecable de Antonio C. Guijosa, el resultado no podía ser otro que no fuera sinónimo de éxito. El Teatro Reina Victoria se engalana para la ocasión, permitiendo a todos los asistentes al evento disfrutar de un clásico que nunca decepciona y que, hecho así, es una delicia. Únicamente el mes de junio para paladear este espectáculo que recomiendo encarecidamente.
Sevilla