Carlos Palencia es una figura fascinante dentro del mundo del cine, especialmente conocido por su pasión por el cine «cutre». Durante más de 20 años, ha dedicado su carrera a reivindicar un tipo de cine que otros tal vez evitarían: películas que, por su falta de calidad, resultan involuntariamente divertidas. Es el creador y director del Festival CutreCon en Madrid, que celebra este tipo de películas y ha ganado una legión de seguidores. Bajo su liderazgo, el festival ha presentado obras que han sido «tan malas que son buenas», con una estética desastrosa pero irresistible para muchos. Palencia no solo es el director de CutreCon, además, ha colaborado en numerosos programas y proyectos relacionados, convirtiendo su humor y visión crítica en una marca personal.
Carlos, después de tantos años dedicándote al cine cutre, ¿cómo crees que ha evolucionado tu relación con este tipo de cine? ¿Te sigue haciendo reír como antes?
Sí, por supuesto. De hecho, mi fascinación por el fenómeno no deja de crecer cada año, a medida que profundizo más y más. No creo que me canse jamás de este tipo de películas. Cuando encuentras un título desconocido que merece la pena dar a conocer al público y este lo disfruta tanto o más que tú, la satisfacción que se siente es enorme.
¿Cómo surgió la idea de crear el CutreCon? ¿Esperabas que se convirtiera en un festival de culto con tantos seguidores?
Fue algo así como un accidente, nunca tuve en mente crear ningún festival al respecto. Todo surgió con el décimo aniversario de la web de humor www.cinecutre.com. Yo quería celebrar esa fecha reuniendo a los seguidores del portal en una pequeña muestra donde pudiéramos disfrutar en comunidad de dos o tres películas. Y pregunté a un amigo que organiza eventos si sabía de alguna sala o pequeño centro cultural donde pudiéramos hacerlo, con aforo para cincuenta personas como mucho, no queríamos nada multitudinario. A las tres semanas, este amigo me llama y me dice que me ha cerrado una sala para 300 personas en Arganzuela y que la tengo que llenar, porque le ha vendido muy bien la idea a la directora del centro y su prestigio está en juego. Tal cual lo cuento.
Así que sin comerlo ni beberlo, me vi que tenía aproximadamente un mes para llenar un auditorio sin tener ni idea de cómo hacerlo. Llamé por teléfono a todos mis contactos, se dedicasen o no a organizar eventos, explicándoles la situación y que había que llenar ese auditorio como fuera. Y al final el evento fue un éxito rotundo y hasta vinieron de la cadena COPE para cubrirlo en directo; fue una locura. La persona que me lió de semejante manera fue Samuel Rodriguez de la red Cortoespaña. Al principio quise matarlo, pero ahora le estoy eternamente agradecido por el arrojo que tuvo y le considero el cocreador indirecto de CutreCon.
Debido al éxito, el público pidió una segunda entrega y así fue creciendo el evento año tras año.
¿Qué diferencia para ti una película mala de una película cutre? ¿Dónde crees que está la línea que hace que una película se vuelva entretenidamente cutre?
Las películas que nosotros buscamos tienen que hacer reír sin pretenderlo. Y eso es muy difícil. La mayoría de películas malas son aburridas y no tienen ningún elemento que invite a divertirse. Es muy difícil encontrar lo que llamamos una «comedia involuntaria», una cinta que te mantenga asombrado y entretenido durante todo el metraje sin perder el ritmo, gracias a una insólita concatenación de errores en todos o casi todos sus apartados. Son películas que fulminan desde el primer instante la llamada suspensión de incredulidad, es imposible abstraerse y meterse en ellas, debido a su increíble incompetencia y, al final, al espectador no le queda más remedio que reírse ante todo aquello que ocurre en pantalla y que su mente no es capaz de comprender o concebir.
A lo largo de los años, has visto todo tipo de películas. ¿Cuál ha sido la película más extraña o cutre que has encontrado y que crees que todo el mundo debería ver al menos una vez?
Dunyayi Kurtaran Adam (1982), la versión turca de Star Wars, sin duda alguna. La suma de todos sus errores da como resultado pura diversión.
¿Qué opinas sobre el cine de bajo presupuesto actual? ¿Crees que aún se pueden encontrar esas «perlas cutres» o es cada vez más difícil?
Por supuesto que se pueden seguir encontrando, se ruedan miles y miles de películas cada año. De hecho, mientras escribo estas palabras, alguna persona en algún rincón del planeta está rodando, sin saberlo, una película que podría ser susceptible de proyectarse en CutreCon. No me preocupa que se agoten este tipo de títulos, jamás va a ocurrir…
Tu web Cinecutre.com y el festival han creado toda una comunidad de amantes de este cine. ¿Cómo ha sido para ti ver crecer esta comunidad?
Me gusta dar a conocer a los demás aquello que me hace feliz, y ver que tanta gente comparte mi pasión por este fenómeno, me hace sentir muy orgulloso de mi labor.
Has hablado de películas cutres que no provocan risas, sino más bien frustración. ¿Cuáles son algunas que te han causado esa reacción y por qué?
Yo enfoco mis eventos como algo lúdico donde el público viene a disfrutar a lo grande, así que trato de evitar aquellas películas que generan frustración. No le veo ninguna gracia a proyectarlas o reírse con y de ellas. Pero como cinéfilo que soy, lógicamente me encuentro a menudo con películas con las que mencionas. Y a veces uno necesita desahogarse, por eso es posible encontrar en Cinecutre.com algunas críticas humorísticas dirigidas a películas que no tienen ninguna gracia y que incluso me molestan como espectador; dos títulos que me vienen a la mente son Battleship (2012) y Cats (2019).
CutreCon ha rescatado a superhéroes olvidados y géneros marginados. ¿Hay algún género que te gustaría explorar más en las próximas ediciones del festival?
Llevo años intentando convencer a mis compañeros de hacer una CutreCon enfocada en una temática insólita que jamás ha sido tratada en ningún festival del mundo, o al menos yo no tengo constancia de ello. Pero mis socios ven esa temática poco atractiva para el público y nunca terminamos de ponernos de acuerdo. No obstante, sé que algún año lo haremos. Lamento no poder decirte de qué se trata porque quiero guardarme la sorpresa para cuando llegue el momento de anunciarlo.
También hay otra temática que, aunque ya fue tratada en la sexta edición de CutreCon, me gustaría volver a explorar, que es la del cine musical cutre. Nos dejamos muchos títulos en el tintero y me encanta que haya karaoke durante la proyección.
Con el auge de plataformas de streaming, ¿has notado un cambio en la forma en que el público consume cine cutre?
Actualmente entre las grandes plataformas no hay ninguna que ofrezca conscientemente este tipo de contenido, sigue siendo un cine muy de nicho, así que no sabría decirte…
A lo largo de tu carrera, ¿ha habido algún director o figura del cine que te haya sorprendido, para bien o para mal, por su enfoque en el cine de baja calidad?
Hay un director francés, Norbert Moutier, que es una leyenda en su país entre los fans del cine de género, pero que el resto del mundo lamentablemente desconoce. Y es una pena, porque absolutamente todas sus películas son increíbles; si un filme lleva su firma, siempre es garantía de que te vas a estar riendo sin parar desde el primer minuto hasta el último. No falla nunca y no has visto cosa igual en tu vida.
Lamentablemente, a Moutier, que ya falleció, no le hacía ninguna gracia que el público proyectase sus películas para partirse de risa y le pidió a su familia que guardasen bajo llave los materiales originales y que nunca dieran permiso para volver a editarlas o proyectarlas en ningún evento. Es una auténtica desgracia.
Actualmente hay una cineasta francés que está grabando un documental sobre la figura de Moutier y está tratando de convencer a su familia de que, pese a la voluntad de su autor, esas películas han de ser compartidas con el mundo, porque son únicas y hacen feliz a la gente. Es un asunto muy complicado. Por un lado, entiendo que hay que respetar la voluntad de Moutier, pero por otro lado, mi lado más egoísta no concibe que el resto de la humanidad no pueda disfrutar de su cine, es algo tan insólito y demencial que debe ser visto.
Hiciste una entrevista con Uwe Boll, un director muy controvertido. ¿Cómo fue esa experiencia y qué opinas de su enfoque en el cine trash?
La experiencia fue bastante más gratificante de lo esperado. Al contrario de lo que uno pudiera imaginar debido a lo mucho que había criticado sus películas, fue amable en todo momento, sincero, y respondió a todas las preguntas sin poner reparo alguno, por controvertidas que fueran. También es verdad que después me pegó una paliza en el ring, así que imagino que no le costó nada ser amable conmigo; total, luego me iba a hostiar de lo lindo.
No estoy seguro de si es correcto llamar a Uwe Boll un director de cine trash. Es cierto que ha hecho películas muy malas, pero sus trabajos más conocidos no eran producciones de serie B o Z con presupuestos limitados, ni mucho menos. Películas como House of the Dead o Alone In The Dark, sus obras más famosas, llegaron a estrenarse en cines en España y costaron 12 y 20 millones de dólares, respectivamente. De hecho, me atrevería a decir que no es un mal director; lo ha demostrado en varias ocasiones, especialmente con la saga Rampage.
Creo que el problema con Boll es que, si no se le controla, tiende a «fliparse», por así decirlo. Se emociona rápidamente y la acción se le va de las manos, proponiendo escenas y stunts exagerados con planos complicadísimos e imposibles, que no encajan ni con el presupuesto que maneja ni con el tono de la película. Esto luego es muy difícil de corregir en la sala de edición. House of the Dead es un ejemplo perfecto de este problema, y es precisamente por eso que resulta tan disparatada y divertida.
A menudo hablas del humor involuntario en las películas cutres. ¿Crees que alguna de estas películas podría ser un éxito si los cineastas hubieran intentado hacer comedia intencionadamente?
No, no lo creo en absoluto. Es un humor genuino que el director nunca buscó y que nace de la casualidad, como atrapar un rayo en una botella. Cuando se intenta replicar de forma intencionada, no funciona. Tommy Wiseau de The Room y el propio Boll han intentado hacer reír al público en varias ocasiones y han fracasado miserablemente, no tienen talento para el humor. Si hacen reír, es porque les sale sin querer…
Además de la crítica y el análisis, ¿alguna vez te has planteado hacer tu propia película cutre? ¿Cómo la imaginarías?
Mentiría si dijera que nunca he fantaseado con hacer una película cutre como broma, exagerando los errores y resaltando la falta de presupuesto para hacer reír al público, como hicieron Pedro Temboury con Karate a Muerte en Torremolinos o Brian Steere con Velocipastor. Sin embargo, nunca me lo he planteado en serio, ni creo que lo haga; no tengo ese objetivo en mente.
Además, hacer una película mala a propósito y que funcione, es decir, que divierta al público, es algo extremadamente difícil. Se requiere un gran dominio del humor, no es algo que cualquiera pueda lograr. Incluso hay quienes opinan —aunque no comparto del todo esta visión, pero la entiendo— que si una película mala a propósito funciona y entretiene, entonces no es realmente una mala película, sino una buena comedia. Y para hacer una buena comedia se necesita talento, un talento que, sinceramente, no creo tener para una tarea como esa.
Con más de una década organizando CutreCon, ¿qué momentos destacarías como los más memorables o surrealistas que has vivido?
Te cuento la anécdota más surrealista de todas. En la CutreCon 5, una noche perdimos a un invitado que venía de Uganda, porque había decidido irse a dormir a un banco de la calle y pasar la noche allí. No apareció por el hotel y al día siguiente le encontramos tan tranquilo durmiendo en Plaza de España. Y a él la situación le pareció totalmente normal.
Para cerrar, ¿qué consejo le darías a alguien que se inicia en el mundo del cine cutre y quiere explorar más allá de los títulos conocidos?
Que abandone todos sus prejuicios, que no tenga miedo a investigar filmografías ignotas y desconocidas y abrirse a nuevas experiencias. Viendo todo tipo de cine, por raro que sea, uno puede aprender y disfrutar muchísimo y es en los rincones más inesperados donde te acabas cruzando con este tipo de películas «tan malas que son buenas».