Cuando el roce no hace el cariño, sexta parte

Entrevías, sororidad con Irene

IRENE se deja limpiar la sangre. Con su asesinato dan por acabada la 3ª temporada de la serie ENTREVÍAS. La actriz está sentada y mastica una manzana. La primera comida en todo el día. Se exige un vientre plano. Está deseando llegar a casa para comerse un buen potaje ¡qué frío le han hecho pasar con las crop tops y el pantaloncito corto!

Exigencias del guión. Y aquí es donde entro yo.

Entre mordisco y mordisco lee el blog, dándome toda la razón a lo que escribí cuando conocí la serie. Su personaje ha sido el peor parado: «Irene es muy vulnerable, de poder tenerlo todo, se queda con nada. La han metido en un saco como a una lagartija. Que se retorcerá pero nada ni nadie la salvará».

Como espectadora extraigo un discurso sobre lo que está pasando en su vida en la última temporada.

A diferencia de las anteriores, en esta tercera le han quitado mucho peso de actuación. O mejor dicho, se lo han puesto. Lo digo porque lo más destacable es que la han convertido en mamá.

No tiene ni 20 años. Con su edad podía tener un amplio abanico de posibilidades pero se queda con un corto recorrido. Recluida en casa del abuelo, los días pasan con una monotonía asfixiante, mano sobre mano. Si tenía pocas puertas abiertas, con su maternidad le cierran todas. No se intuye ninguna emancipación. No hace nada fuera del hogar. Ni se forma como bailarina, ni trabaja en la ferretería, ni en la asociación de su abuela. Sola con un bebé. Recibiendo en casa a todos los personajes con vidas movidas, llenos de proyectos, y ella los escucha con muy poquito que decir. Inferiorizada y embrutecida.

Hay una escena, de las peores, donde ella quiere contarle a su pareja, Nelson, que desea retomar la danza. Nada. No se decide. Nos muestran, de manera cenital, una mujer tumbada en la cama conyugal, girada hacia la cuna del bebé; derrumbada y hastiada de todo porque no se ha atrevido a decir que quiere bailar, hacer algo con su vida más allá de la maternidad. Son 20 años.

Quedan solo los sueños.

Obra: Desayuno en la cama, de Mary Stevenson Cassatt

En varias ocasiones nos han mostrado sus aptitudes para la danza. A Irene solo la tratan bien cuando baila y se maquilla. En esas escenas, que buscan embelesarnos, tiene toda la atención porque para eso Irene es la GUAPA de la serie, y los planos y contraplanos son para lucimiento de su figura. La abuela le consigue una prueba en una compañía. Es admitida. Y me alegro por ella pero siempre tiene que estar alguien que la controla, la empuja a tomar decisiones. En esta ocasión ha sido un acierto. Pero ella tiene dudas de lo que va a pasar con el bebé. Se ve malamadre. Se olvidan de que hay un padre que también puede ser el cuidador. Los guionistas han planteado una maternidad tradicional donde el peso del cuidado del niño se lo dejan a la madre. La abuela dice que no hay porque preocuparse, que entre todas le cuidan (vuelvo a que el cuidado sigue recayendo sobre los hombros de las mujeres).

Obra: Lady Hamilton como Ariadne, de Elisabeth Louise Vigee-Lebrun

En los últimos capítulos nos cuentan que ha conseguido una oferta de trabajo en París. Y el plan es irse con Nelson y el bebé. Vuelve la culpa de marcharse fuera, lejos de una parte de la familia. Remordimientos con llantos y quejidos de ser una malahija, una malanieta. Voy adelantando que todo este desasosiego de Irene va a acabar; justo cuando empieza a tener otras expectativas ¿la castigan los guionistas? 

En la boda de su madre, suena su teléfono –otra incorrección por  parte de ella–. Sale al exterior. Mientras habla, despistada, la agarra el malo, el comisario armado. La encañona. Utilizada como rehén para que Tirso deje el arma en el suelo. Al final, en el cruce de disparos, su cuerpo sirve de escudo, recibiendo tres balazos en el vientre. Cierra los ojos en brazos de su abuelo.

Este asesinato es el broche final para un personaje muy  castigado en la serie. Sé que es ficción pero no puedo evitar iluminar con mi mirada una zona muy oscura, porque no dejo de ver retroceso en el desarrollo de una mujer.

En la primera temporada la presentaron como protagonista principal, adolescente con ansias de liberarse de todo tipo de ataduras; y con un descaro sexual en una familia cuya apariencia es conservadora. Y todo da un giro. Agredida sexualmente, NiNi, para acabar tanto desastre personal recluyéndola en casa con un bebé.

Aporto mi grano de arena al haber marcado en negrita ciertas palabras, para dejar atrás estereotipos casposos de mujer y madre ideal, el perpetuar una percepción errónea de lo que es la maternidad, los roles tan marcados… Una carencia de realidad tan llamativa que sólo cabría atribuirla a una decisión meditada por parte de los creadores de la serie.

Obra: Verbena, de Maruja Mallo

Me parece todo tan exagerado que incluso se me ocurre que pueda haber ironía: donde yo veo sexismo, los guionistas buscan recordarnos, incluso denunciar, unos estereotipos sociales de hace más de cuarenta años

¿Y por qué van a tener esa intención? Pues para profundizar, para sacar dos lecturas: unos vemos más allá de lo expuesto y otros se quedan en la superficie, porque lo tienen tan asumido que no ven nada anormal en ello.

Yo diría a los creadores de Entrevías, y lo extiendo a otros medios, que dejen crecer a la adolescente, que se vaya sintiendo tan hermosa como poderosa, porque es más fácil construir niñas fuertes que reparar mujeres rotas.

Obra: Dos hermanas, de María Blanchard

Esta serie de TV ha coincidido con la exposición Maestras en el Museo Thyssen, donde nos muestra la contribución de mujeres talentosas a la Historia del Arte. Crecieron, corrigieron la manera de ver la vida, pelearon por lo que creían, se alejaron de los que no les hacían bien y creyeron en los integrantes de su mundo. Avanzaron ante tantas trabas, ante tanta norma que no concebían, que esa inspiración liberadora las convirtió en mujeres cultas, cosmopolitas y comprometidas. Una exposición que merece ser celebrada.

También tengo entre mis manos la noticia de que Claudia Goldin recibe el Premio Nóbel de Economía 2023. Reconocen su mérito al publicar los resultados de las mujeres en el mercado laboral.

Y esto lo cuento porque no puedo evitar preguntarme si con Irene, generación Z, estas victorias corren peligro. ¡es que da mucha rabia que quiten lo que se ha logrado! Se trata de eliminar barreras, no de volver a colocarlas. Eliminar barreras para el avance de la mujer y ella se ha encontrado con todas.


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