¿Qué es el miedo? Definido como esa angustia por un riesgo o daño real o imaginario, el miedo conforma un recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea y que, por ende, frecuenta ser bastante malo. Pero, como se suele decir: el miedo es libre. Habitualmente, nadie acude a un evento para pasarlo mal y, muchísimo menos, tras toda la vorágine de sucesos escabrosos que han acaecido como una pandemia, desastres naturales o crímenes en general. La sociedad anhela la risa, el entretenimiento y la diversión por encima de todo, aunque… ¿Siempre es así? Obviamente, no. Por ello, hoy os acerco un espectáculo teatral muy inmersivo, en el que aventurarte en una inquietante historia que pondrá los pelos de punta y provocará en el público auténtico terror.
La mujer de negro, un montaje al que su éxito le precede, aterriza nuevamente en la capital. Un sublime texto de Susan Hill que, posteriormente ha sido versionado por Stephen Mallatratt para su desarrollo escénico. En este caso, Arthur Kipps, un honrado abogado que ronda la mediana edad, acude en busca de un profesional de la interpretación y un lugar, donde contar lo que vivió y liberarse así del maldito recuerdo que atormenta su mente. El letrado, llevado a la escena por Diego Braguinsky, el cual hace gala de su impresionante versatilidad y de su dominio absoluto tanto de espacio como personajes, logra adjudicarse como su salvador al actor que se encargará de darle vida a él mismo en los espeluznantes acontecimientos del pasado, aproximadamente ubicado en 1950. Dicho hombre está encarnado con pasión y elevado talento por Jordi Ballester, quien demuestra ser fantástico como compañero en las tablas.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Algo tan horrible que aún puede atormentar así a un hombre de ley? Quizá, la narración de los hechos sirva de conjuro protector para el señor Kipps y que, por fin, pueda descansar albergando un pleno sentimiento de paz. Esa es su principal idea. Pero no será fácil, ni seguro. Los espectadores caerán en el embrujo de esta historia que plasma teatro dentro del teatro, realidad dentro de la ficción y lo vivirán de un modo como nunca pensaron que lo harían. Encargado de ello, el show cuenta con el gran saber de Nacho Diago a cargo del ilusionismo, el cual regala a la audiencia una experiencia casi real de lo que ha de ser contado.
Proyecciones, sonidos, efectos y demás elementos que entretejen un complejo mecanismo de funcionamiento que, a pesar de su enrevesada ejecución, dotan a esta versión de la mujer de negro de una calidad descomunal. Con una dirección deliciosa a cargo de Rebeca Valls, sin duda es una de las mejores elecciones si lo deseado lleva al misterio y al terror. Que nadie piense que es un género abocado a los pasajes del terror o a ciertas épocas del año. Cualquier momento es el adecuado si el resultado es el éxito.
Un manjar que paladear en el Teatro Fígaro de Madrid durante apenas un mes más. Tal vez pueda ser inquietante, espectral o aterrador, pero la experiencia es muy grata. Nosotros no nos lo hemos perdido… Que el resto decida qué ha de hacer. No aconsejamos hacer enfadar a la mujer de negro.