Burundanga

¿Qué hacer con esas preguntas imposibles que cambiarán tu vida para siempre? O esas afirmaciones que harán que nada vuelva a ser lo que era… Un debate así es el que nos trae una de las protagonistas de esta historia. Berta, a la que da vida con gran soltura escénica, una fabulosa Ariana Bruguera, tiene un gran debate en su fuero interno: está embarazada de su actual novio, del que no sabe si está muy segura, ya sea por su relación en sí o por el amor que supuestamente se profesan, pero todo en ella es un mar de dudas. ¿Querrá ser padre? ¿Cómo se lo digo? O más bien… ¿Se lo digo? En situaciones así, nada mejor que el consejo de una buena amiga, un buen hombro en el que apoyarse para poder respirar y seguir. Pues bien, esa aliada será ni más ni menos que Rebeca Plaza, divertidísima y caminando sobre las tablas con la misma naturalidad que si lo hiciera sobre el salón de su casa. Silvia, ese salvavidas para las incógnitas de Berta, quizá no traiga la mejor de las soluciones, pero sí bastante eficaz. ¿Cuál? ¡Burundanga! Esa sustancia que quizá todo lo arregle o todo lo enmarañe más y que da título a la comedia de la que os hablo hoy.

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Pero empecemos por el principio… ¿Qué es la burundanga? «La escopolamina, hioscina o burundanga es un alcaloide tropánico que se encuentra como metabolito secundario en plantas de varios géneros en la familia de las solanáceas, como la belladona, los beleños, estramonios, la escopolia, las mandrágoras y las trompetas de ángel». Sé que con esto os ha quedado totalmente aclarado, pero… Sólo por si acaso no es así, especifico insistiendo que sé que no es necesario: Conocida como la droga zombi, la burundanga reduce la voluntad y “borra” la memoria de las personas durante el tiempo que duran sus efectos. Es por eso que es utilizada en delitos o, como en este caso, para sacar información. Dicho todo esto, Silvia ofrece un poquito de este veneno a Berta para preguntar a su querido novio por el futuro amoroso de ambos, posibles canitas al aire pasadas o, simple y llanamente, contarle que va a ser padre y ver su reacción. Todo habría salido a las mil maravillas si Manel, encarnado por David Carrillo con deliciosa puesta en escena, no hubiese contado más de lo que se le había pedido, claro que la culpa no fue suya, sino de ese peligroso brebaje que le jugó una mala pasada sin saberlo. 

Enredos que no cesan; risas que envuelven las más disparatadas situaciones; un amigo de lo más peculiar, interpretado por el gran Javier Martín, a quien disfrutamos con deleite; situaciones descabelladas que parecen imposibles de resolver y algún que otro tío lejano que pone patas arriba hasta las ideas de la persona más cuerda… Como bien supo interpretar el asombroso Eloy Arenas, brillante sobre las tablas, desternillante y derrochando genialidad. Un sinfín de eventualidades que serán los ingredientes perfectos para una tarde llena de carcajadas. 

Esta comedia de Jordi Galcerán, dirigida por el gran Gabriel Olivares, está siendo la maravillosa gallina de los huevos de oro, acumulando ya doce temporadas a sus espaldas, repletas de más de un millón y medio de espectadores y con más de cuatro mil funciones realizadas. El Teatro Fígaro de Madrid, sigue acogiendo este manjar cómico hasta el mes de mayo y no podemos más que recomendarlo. ¡Sin duda!


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